Acoso escolar: no es tiempo de silencio

Ante la violencia, tolerancia cero
Por acoso se entiende un comportamiento violento o agresivo dirigido hacia una víctima indefensa. Los ataques se prolongan en el tiempo, tienen la intención de ocasionar daño y ocurren en su mayoría sin provocación previa. Las agresiones pueden ser verbales (insultos, burlas, gritos, etc.), físicas (patadas, empujones, etc.), psicológicas (amenazar, provocar miedo...) o sociales (excluir, ignorar...). Algunas pueden dejar secuelas duraderas, incluso durante toda la vida.
Según la última encuesta que realizamos, más del 40% de los adultos (la encuesta se hizo a mayores de edad) aseguraron haber presenciado hechos de este tipo cuando estudiaban. Casi un tercio, de hecho, admitía haber sufrido sus consecuencias de manera severa. Entre los que se identificaban en su periodo estudiantil con el papel de testigo o víctima había más encuestados de 18 a 24 años, precisamente los que lo tenían más reciente. Además, bastantes de las personas que aseguraron haber sufrido acoso admitieron que en el presente tienen pesadillas y también experimentan dolor o angustia al revivir esos momentos o pasar por situaciones que se los recuerdan.
Hace falta un cambio de actitud hacia el acoso, en cualquiera de sus ámbitos y formas. Ser testigo de una situación así y no hacer nada solo sirve para que el acosador se crezca y campe a sus anchas. Por desgracia, aún persisten fuertemente arraigadas creencias como que "la víctima se lo estaba buscando", "la violencia a los débiles les curte y les hace fuertes" o "son hechos sin importancia".
El acoso puede ocurrir en cualquier lugar. Según nuestra última encuesta son los colegios de primaria donde más sucede. En concreto, los patios, las aulas, los trayectos desde o hacia el centro de enseñanza y los baños son el escenario más habitual de los maltratos.