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Informe
La alimentación de los niños
25 febrero 2020

Todos sabemos la importancia que tiene una buena alimentación en la salud y desarrollo de los niños, y también los riesgos que conlleva. OCU se ha comprometido activamente en el combate contra la obesidad infantil y a favor de la adopción de hábitos alimentarios saludables.
La salud y alimentación infantil es un asunto que en OCU nos preocupa. Por eso hemos emprendido diversas iniciativas destinadas a mejorar los hábitos alimentarios de los niños, y así combatir activamente lo que puede convertirse en un serio problema de salud pública: la obesidad y el sobrepeso infantil.
Además de realizar estudios y análisis, que periódicamente da a conocer en sus publicaciones, OCU participa activamente en las campañas que se han promovido, tanto a nivel nacional como internacional, para luchar contra la obesidad infantil y fomentar hábitos de alimentación más saludables.
La obesidad infantil, un problema de todos
La obesidad infantil es un problema generalizado, tanto que la Organización Mundial de la Salud ha decidido tomar cartas en el asunto y ha previsto distintas medidas destinadas a atajarlo. Entre ellas destaca la creación de un código internacional que regule la comercialización de los alimentos para niños, para de esta manera lograr un control de la publicidad y promoción de los productos menos saludables.
Según los últimos datos más del 18% de los niños de todo el mundo tiene sobrepeso u obesidad. En España, las cifras no son más optimistas: el 23% de los niños entre 6 y 9 años tienen sobrepeso, y el 17% sufren obesidad (según datos del estudio ALADINO 2019).
¿Por qué hay tanta obesidad y sobrepeso infantil?
Son muchos los factores que influyen, pero es un hecho que nuestra forma de alimentación ha cambiado y la famosa dieta mediterránea ha sido sustituida por otros alimentos menos saludables: se consume más carne, y menos legumbres, los derivados lácteos azucarados se imponen frente a la leche, la bollería industrial prevalece sobre el pan tradicional, se dejan de consumir productos frescos para pasar a ingerir más derivados cárnicos y platos preparados, mucho más ricos en grasa y sal.
Malos hábitos, como el saltarse el desayuno, unido al creciente sedentarismo, también influyen en la situación actual.
Los niños sufren esto de una manera aún más directa, porque además el grueso de la publicidad de alimentos la componen productos destinados a ellos… que, aun disfrazados de dudosas virtudes nutricionales, son poco saludables.
¿Cómo resolver el problema?
- De entrada, hay que limitar el consumo por parte de los niños de los alimentos menos saludables: chocolatinas, bollos, postres lácteos y embutidos… deberían ser productos de consumo ocasional, y sin embargo se han convertido en los principales protagonistas de los anuncios: de ahí la importancia de controlar la publicidad de alimentos para niños.
- Por otro lado, es preciso fomentar unos hábitos nutricionales correctos, con menús variados, equilibrados y sanos en todas las comidas diarias. Es muy importante que los niños coman bien.
- Por último, seguir un estilo de vida saludable, evitando el sedentarismo: el equilibrio en la alimentación debe sumarse a un mayor ejercicio físico para acabar con la obesidad.
Conseguirlo, tarea de todos
- Por una parte, son las propias familias, los padres de los niños, quienes deben implicarse en lo que comen, informándose, comparando y eligiendo el producto más adecuado.
- Las administraciones deben asumir su responsabilidad: a ellas compete informar a la población, establecer normas para luchar contra este problema (en el etiquetado, publicidad, composición de los alimentos...), controlar su cumplimiento y sancionar en caso de que no se respeten.
- La industria también tiene una buena parte de responsabilidad que debe ejercer mediante el desarrollo de nuevos productos más equilibrados y sanos, reduciendo los contenidos de sal, azúcar y grasas. Es necesario que mejoren el etiquetado nutricional, ofreciendo información más exacta y útil, como es la cantidad diaria recomendada para niños.
- Y finalmente, le llega el turno a la publicidad, que debe ser mucho más cuidadosa y responsable con los productos de alimentación, especialmente, cuando van dirigidos a los niños.
Demasiada publicidad
Comerciantes y publicistas son conscientes del potencial de consumo que representan los más pequeños de la casa. Para ellos, los niños son un objetivo triple: lo primero, porque ellos mismos tienen dinero para gastar (sobre todo en productos que no sean demasiado caros), después, porque pueden llegar a influir mucho en las compras que realizan los adultos de la familia, y por último, porque ellos son los adultos del futuro.
Sobre todo alimentos poco saludables
Nuestros estudios sobre la publicidad de los alimentos revelan que lo que más se anuncian son alimentos cuyo consumo, en la mayoría de los casos, debería ser ocasional, nunca la base de la alimentación: pastelería y bollería, postres y yogures azucarados, derivados del cacao, cereales, galletas, fast food y refrescos ocupan el 90% de la publicidad de alimentos emitida en horario infantil.

Los recursos de la publicidad
A los niños les llegan anuncios de todo, y de todo tipo. Cuando hablamos de "publicidad" no debemos limitarnos a pensar en los anuncios televisivos, a día de hoy, las promociones en páginas web, redes sociales, etc. ganan terreno.
La publicidad recurre a todo tipo de estrategias para llegar a los más pequeños: redes sociales, clubs, esponsorización de actos, promociones.... además de las formas tradicionales de publicidad
- Es frecuente recurrir a regalos para vender el producto. En muchos casos, en los anuncios sólo se publicita el regalo. A menudo, el regalo (pegatinas o cromos, por ejemplo) convive con sorteos, viajes.
- Un truco habitual es recurrir a personajes (deportistas, personajes de ficción....) para vender el producto. Los personajes de dibujos animados son una referencia constante en los envases para los más pequeños.
Acabemos con el empacho de publicidad poco saludable
OCU ha llamado la atención sobre el fracaso de la autorregulación de la publicidad de la industria alimentaria. Desde OCU opinamos que la regulación debería ser obligatoria y para todos, pues las experiencias con sistemas de autorregulación nos han revelado que son poco (o nada) efectivos. Ayúdanos a conseguirlo. Apoya nuestra campaña.
La salud y alimentación infantil es un asunto que en OCU nos preocupa. Por eso hemos emprendido diversas iniciativas destinadas a mejorar los hábitos alimentarios de los niños, y así combatir activamente lo que puede convertirse en un serio problema de salud pública: la obesidad y el sobrepeso infantil.
Además de realizar estudios y análisis, que periódicamente da a conocer en sus publicaciones, OCU participa activamente en las campañas que se han promovido, tanto a nivel nacional como internacional, para luchar contra la obesidad infantil y fomentar hábitos de alimentación más saludables.
La obesidad infantil, un problema de todos
La obesidad infantil es un problema generalizado, tanto que la Organización Mundial de la Salud ha decidido tomar cartas en el asunto y ha previsto distintas medidas destinadas a atajarlo. Entre ellas destaca la creación de un código internacional que regule la comercialización de los alimentos para niños, para de esta manera lograr un control de la publicidad y promoción de los productos menos saludables.
Según los últimos datos más del 18% de los niños de todo el mundo tiene sobrepeso u obesidad. En España, las cifras no son más optimistas: el 23% de los niños entre 6 y 9 años tienen sobrepeso, y el 17% sufren obesidad (según datos del estudio ALADINO 2019).
¿Por qué hay tanta obesidad y sobrepeso infantil?
Son muchos los factores que influyen, pero es un hecho que nuestra forma de alimentación ha cambiado y la famosa dieta mediterránea ha sido sustituida por otros alimentos menos saludables: se consume más carne, y menos legumbres, los derivados lácteos azucarados se imponen frente a la leche, la bollería industrial prevalece sobre el pan tradicional, se dejan de consumir productos frescos para pasar a ingerir más derivados cárnicos y platos preparados, mucho más ricos en grasa y sal.
Malos hábitos, como el saltarse el desayuno, unido al creciente sedentarismo, también influyen en la situación actual.
Los niños sufren esto de una manera aún más directa, porque además el grueso de la publicidad de alimentos la componen productos destinados a ellos… que, aun disfrazados de dudosas virtudes nutricionales, son poco saludables.
¿Cómo resolver el problema?
- De entrada, hay que limitar el consumo por parte de los niños de los alimentos menos saludables: chocolatinas, bollos, postres lácteos y embutidos… deberían ser productos de consumo ocasional, y sin embargo se han convertido en los principales protagonistas de los anuncios: de ahí la importancia de controlar la publicidad de alimentos para niños.
- Por otro lado, es preciso fomentar unos hábitos nutricionales correctos, con menús variados, equilibrados y sanos en todas las comidas diarias. Es muy importante que los niños coman bien.
- Por último, seguir un estilo de vida saludable, evitando el sedentarismo: el equilibrio en la alimentación debe sumarse a un mayor ejercicio físico para acabar con la obesidad.
Conseguirlo, tarea de todos
- Por una parte, son las propias familias, los padres de los niños, quienes deben implicarse en lo que comen, informándose, comparando y eligiendo el producto más adecuado.
- Las administraciones deben asumir su responsabilidad: a ellas compete informar a la población, establecer normas para luchar contra este problema (en el etiquetado, publicidad, composición de los alimentos...), controlar su cumplimiento y sancionar en caso de que no se respeten.
- La industria también tiene una buena parte de responsabilidad que debe ejercer mediante el desarrollo de nuevos productos más equilibrados y sanos, reduciendo los contenidos de sal, azúcar y grasas. Es necesario que mejoren el etiquetado nutricional, ofreciendo información más exacta y útil, como es la cantidad diaria recomendada para niños.
- Y finalmente, le llega el turno a la publicidad, que debe ser mucho más cuidadosa y responsable con los productos de alimentación, especialmente, cuando van dirigidos a los niños.
Demasiada publicidad
Comerciantes y publicistas son conscientes del potencial de consumo que representan los más pequeños de la casa. Para ellos, los niños son un objetivo triple: lo primero, porque ellos mismos tienen dinero para gastar (sobre todo en productos que no sean demasiado caros), después, porque pueden llegar a influir mucho en las compras que realizan los adultos de la familia, y por último, porque ellos son los adultos del futuro.
Sobre todo alimentos poco saludables
Nuestros estudios sobre la publicidad de los alimentos revelan que lo que más se anuncian son alimentos cuyo consumo, en la mayoría de los casos, debería ser ocasional, nunca la base de la alimentación: pastelería y bollería, postres y yogures azucarados, derivados del cacao, cereales, galletas, fast food y refrescos ocupan el 90% de la publicidad de alimentos emitida en horario infantil.

Los recursos de la publicidad
A los niños les llegan anuncios de todo, y de todo tipo. Cuando hablamos de "publicidad" no debemos limitarnos a pensar en los anuncios televisivos, a día de hoy, las promociones en páginas web, redes sociales, etc. ganan terreno.
La publicidad recurre a todo tipo de estrategias para llegar a los más pequeños: redes sociales, clubs, esponsorización de actos, promociones.... además de las formas tradicionales de publicidad
- Es frecuente recurrir a regalos para vender el producto. En muchos casos, en los anuncios sólo se publicita el regalo. A menudo, el regalo (pegatinas o cromos, por ejemplo) convive con sorteos, viajes.
- Un truco habitual es recurrir a personajes (deportistas, personajes de ficción....) para vender el producto. Los personajes de dibujos animados son una referencia constante en los envases para los más pequeños.
Acabemos con el empacho de publicidad poco saludable
OCU ha llamado la atención sobre el fracaso de la autorregulación de la publicidad de la industria alimentaria. Desde OCU opinamos que la regulación debería ser obligatoria y para todos, pues las experiencias con sistemas de autorregulación nos han revelado que son poco (o nada) efectivos. Ayúdanos a conseguirlo. Apoya nuestra campaña.
No a la publicidad de alimentos poco saludables
Uno de los principios básicos de una buena alimentación es repartir el aporte calórico y de nutrientes a lo largo del día. Por eso es importante respetar todas las comidas, pero sin perder de vista el apetito del niño, si no tiene hambre no hay que obligarle a terminarse el plato. Es importante saber diferenciar la falta de apetito con “el capricho” de no comer un plato porque al niño no le gusta a sabiendas que se le preparará otra cosa. El ejemplo de los padres es muy importante: si en casa se come de forma variada y equilibrada, tratarán de imitarlos del mismo modo.
Las necesidades energéticas varían en función de la edad y las características del niño. Por ejemplo, un niño activo de 10-12 años necesita a lo largo de su jornada un aporte calórico de 2.200 kcal. Lo normal es repartirlo en cinco comidas a lo largo del día, aunque no tiene por qué ser una norma estricta, una vez más el apetito del niño establecerá el número de ingestas diarias.
El desayuno
Es la primera ingesta del día y puede ser tan importante como la comida o la cena. Para que sea un éxito...
- Recuerda que las prisas no son buenas para desayunar.
- Para que el niño lo acepte mejor, conviene evitar la monotonía y distracciones como la tele.
- Si se hace en familia, como sucede con las demás comidas, mucho mejor.
Un desayuno completo y variado para niños y adolescentes debería integrar distintos elementos:
- Lácteos (leche, yogur o queso).
- Fruta (preferiblemente entera).
- Derivados de cereal: pan integral, o cereales de desayuno a base de copos de maíz, trigo o avena (sin azúcares añadidos). Los cereales resultan una fuente básica de nutrientes: hidratos de carbono complejos, fibra, vitamina B y minerales. Se pueden sustituir ocasionalmente por galletas, cereales de desayuno o repostería casera.
- La opción de mantequilla y mermelada es una alternativa para untar el pan, pero debe alternarse con otras, como el aceite o el tomate.
- Otros (queso, jamón…).
A media mañana
Es difícil durante el desayuno, en una sola ingesta, alcanzar las calorías necesarias (una cuarta parte de las del total del día). Por ello, y también para evitar un periodo prolongado de ayuno, es conveniente introducir una nueva toma a media mañana, durante el recreo.
Para el tentempié del recreo hay que olvidarse de bollería industrial, refrescos azucarados, aperitivos salados…Es una buena oportunidad para completar el desayuno. Es suficiente una pieza de fruta, un pequeño bocadillo de pan integral o un lácteo sin azúcares añadidos.
La comida
Nunca debería faltar:
- Un alimento rico en hidratos de carbono: arroz, pastas, patatas, legumbres o pan.
- Verdura como primer plato o guarnición.
- Proteínas: carnes, preferiblemente magras, el pescado o los huevos.
- Como postre, lo mejor es la fruta fresca o, en su defecto leche o yogur sencillo.
La calculadora de menús escolares te servirá para valorar la alimentación de los niños en el cole.
Por la tarde, merienda
Al igual que la media mañana, sirve para equilibrar la dieta. No hace falta que sea muy abundante. Puede consistir en una pieza de fruta, un lácteo sin azúcares añadidos o un bocadillo pequeño. Hay que prestar especial atención a las cantidades y los horarios para no restar apetito para la hora de la cena.
Hora de cenar
La cena es el mejor momento del día para tratar de complementar la comida del comedor escolar, y alternar con ella los alimentos.
- El plato principal de la cena puede estar compuesto por un alimento proteico, con una guarnición de verduras (ensalada, menestra, etc.) o hidratos de carbono (patatas, pasta, etc.).
- Otra opción puede ser un primer plato ligero (sopa o puré, de verduras o legumbres) con un segundo plato proteico.
- Como postre, fruta fresca. Debe tomarse aunque se ingiera también algún lácteo, como leche o yogures.