Afrontar la soledad y el aislamiento

Objetivo: salir del círculo vicioso
Sentirse solo o aislado socialmente son situaciones normales y esperables en algún momento de la vida, pero no por ello dejan de ser dolorosas y difíciles de gestionar.
¿Qué es la soledad?
La soledad es algo personal y subjetivo, que se produce ante la ausencia percibida de relaciones significativas. Esto es, ante una falta de relaciones de intimidad que puedan prestar apoyo en caso de necesitarlo.
El aislamiento social es más objetivo, y se refiere al volumen o cantidad de contactos sociales que se mantienen.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que la soledad puede ser deseada: en ese caso, la experiencia no será negativa. Una persona puede encontrarse más o menos aislada socialmente pero no sentirse sola.
Contrariamente a lo que se piensa, son las personas de mediana edad quienes presentan mayores índices de soledad no deseada y de aislamiento social, incluso por delante de los mayores.
¿Cómo se llega a esta situación?
Un día cualquiera uno necesita algo y no sabe a quién llamar, o no encuentra en quien apoyarse o con quien desahogarse, o se da cuenta de que que no comparte nada con otros, o que no ha mantenido ninguna conversación con otra persona en todo el fin de semana porque ha estado solo... ¿Qué ha pasado para llegar hasta ahí?
- Hay momentos en los que encontrarse solo o aislado puede ser comprensible, una consecuencia natural (aunque habitualmente indeseada) de la situación vital que se atraviesa. Por ejemplo, ante un divorcio o la pérdida de un familiar cercano...
- Sin embargo, cuando no ha ocurrido nada fuera de lo común podemos encontrarnos más aislados, o bien estar rodeados de gente, pero estar solos: el trabajo que nos absorbe, las largas horas de desplazamientos, los niños o los mayores que requieren atención e implicación... A menudo esto ocasiona una falta de tiempo y un exceso de agotamiento y estrés, que se traducen en menor interés o capacidad para cultivar las relaciones sociales.
- Otras veces nos encontramos a salvo en nuestra rutina diaria. Los obstáculos cuando se trata de establecer nuevas relaciones son casi mayores cuando se llega a determinada edad, porque cuesta abrirse y forjar nuevos lazos de amistad con “la vida ya montada”: puede resultar entonces más cómodo o fácil dedicar nuestro tiempo libre a leer un libro o ver una película, en vez de hacer el "esfuerzo" de salir y relacionarnos… agotador solo de pensarlo.
¿Qué se puede hacer?
Es posible salir de ese círculo vicioso de aislamiento o de soledad no deseada. Se trata de construir o moldear la vida social según los deseos, necesidades y capacidades de cada uno y contar con relaciones significativas.
Ahí fuera hay más personas de las que creemos atravesando una situación parecida. Eso sí, hay que dar un paso adelante y plantearse cuestiones:
- ¿Qué pasa? Analiza la situación y los factores que la han desencadenado: falta de tiempo, desinterés, estado de ánimo bajo, cambios, situaciones vitales muy distintas a las de quienes te rodean, síntomas de ansiedad social, etc.
- ¿Qué te frena? Puede ser que no sepas qué hacer, cómo o por dónde empezar, o tengas alguna idea o prejuicio en torno a la soledad, como si todo tuviera que ir rodado, tener tu grupo estable de amigos y actividades y fallara algo si no es así...
- Prueba. No va a ser fácil ni necesariamente rápido, pero si quieres cambiar algo, hazlo, prueba, ¿qué pierdes? Apuntarse a actividades es la forma más habitual de reconstruir la red social, pero el trabajo también puede ser un buen trampolín para conocer nuevas personas o actividades.
- Imagina. Plantéate qué te gustaría hacer o aprender sin juzgarlo. No es que vayas a apuntarte a todo, solo estás explorando. Utiliza los medios que tienes a tu alcance para localizar lo que más te llame la atención: aplicaciones para hacer actividades (MetUp o Fever, por ejemplo), redes sociales, familiares, compañeros de trabajo.
- Conecta. Hay muchas opciones, desde culturales (clubes de lectura, clases de idiomas, viajes programados…), a actividades lúdicas (grupos de teatro, clases de cocina, voluntariado…) o deportivas (club de senderismo, clases de baile o de yoga…). También puedes tratar de acercarte y conocer más a tus compañeros de trabajo o de clase, hacer por coincidir con conocidos y amigos de tus amigos: lo importante es que sean actividades grupales.
Si tienes alguna dificultad especial, o si relacionarte con los demás te genera ansiedad, angustia o malestar, puede ser un buen momento para acudir a un psicólogo con el que afrontar estas dificultades para poder reconectar con los demás.