Cosmética, ¿vamos a contar mentiras?

Qué fácil es mentir, exagerar y prometer la luna cuando se trata de cosmética. Y es que, con la ley en la mano, pueden hacerlo: no queremos destrozar ilusiones, pero sí desvelarte los entresijos de una publicidad muy pensada.
Lo que dicen... y lo que es
Será porque nos dicen lo que queremos oír, pero los cosméticos nos trasladan a un mundo de ilusión, poblado por sofisticadas moléculas, ingredientes naturales o misteriosas sustancias capaces de conseguir milagros, con su fórmula genial y algo de constancia y tenacidad. Y lo hacen porque, con la ley en la mano, pueden hacerlo: la normativa de cosméticos pone el acento en su seguridad, y sin embargo se queda corta al regular sobre las alegaciones.
El Reglamento Europeo sobre Cosmética que entró en vigor en 2013 supuso un avance, al establecer que las reivindicaciones relativas a productos cosméticos debían ser objetivas y las alegaciones han de sustentarse en la evidencia científica… pero a día de hoy, seguimos encontrando ejemplos de cosméticos cuyas afirmaciones, muy poco rigurosas, rayan lo engañoso. Volvemos a fijarnos en algunas cremas muy conocidas y comprobamos las técnicas a las que recurren para burlar una normativa poco exigente y hacer llegar a las usuarias mensajes que no son ciertos.
¿Cómo nos engañan? 5 recursos comunes
1. Con nombres pseudomédicos o científicos.
- Al incluir en el propio nombre términos que evocan técnicas médicas o quirúrgicas se equiparan a ellas... cuando no es así. Por ejemplo cremas "efecto láser", "células madre", "efecto botox", cremas con "ADN vegetal"....
2. Asterisco aclaratorio… que no informa de nada.
- Lo que hace es limitar el mensaje principal, añadir mensajes contradictorios o ambiguos, o simplemente usarse para eximir responsabilidad. Unas buenas prácticas indicarían que un asterisco (o letra pequeña o texto sobreimpresionado) debería añadir información clarificadora.
3. Con términos subjetivos, ambiguos y poco concretos que exoneran de responsabilidad al fabricante pero inducen a pensar en resultados.
- Ejemplos como “Suaviza el aspecto de las arrugas y líneas de expresión” o “La apariencia de las líneas de expresión y arrugas se reduce visiblemente” utilizan los términos apariencia o aspecto, y disminuyen así la alegación de eficacia para salvaguardarse, pero el consumidor como no esté muy atento se pierde entre tanta ambiguedad.
4. El antes y el después: imágenes que pretenden en un vistazo mostrar la eficacia del producto en la piel.
- Esas imágenes pueden estar manipuladas digitalmente, recurrir a filtros, iluminación especial... pero incluso si son reales y sin retoques, muestran solo los resultados de un solo individuo, no extrapolables a toda la población.
5. Los test de usuarios como aval.
- Se trata de afirmaciones basadas en autoevaluaciones, es decir percepciones y opiniones de un panel de usuarios que han usado el producto durante un tiempo determinado... sin valor científico, pero muy usadas por los fabricantes, ya que dan lugar a alegaciones fáciles de sustentar.
Desmontamos las alegaciones de 3 ejemplos de cosméticos muy conocidos y publicitados: Olay Regenerist, Clinique Repairwear Láser Focus y L'Oréal Laser X3.