Por motivos totalmente ajenos a mi voluntad, me he visto obligado a cambiar de domicilio. En este nuevo domicilio, que se encuentra dentro del mismo municipio, Vodafone asegura que no dispone de cobertura de fibra óptica. Sin embargo, esto no se corresponde con la realidad: hay fibra en todo el pueblo. Lo que ocurre es que Vodafone no quiere realizar el tendido de línea hasta mi vivienda, por pura desidia o falta de interés comercial.
Y lo más insultante: pretenden penalizarme económicamente por el “cambio de tarifa” cuando son ellos los que no pueden ofrecer el servicio contratado. Es decir, yo cumplo con mi parte del contrato, pero cuando Vodafone no puede cumplir con la suya, la penalización me la imponen a mí. Es inadmisible.
Este tipo de actitudes no solo son un abuso, sino una falta de respeto flagrante a los consumidores que vivimos fuera de las grandes ciudades. ¿Qué somos, ciudadanos de tercera por vivir en la España vaciada? No solo sufrimos el abandono institucional, sino que también tenemos que soportar el desprecio y los atropellos de grandes empresas como Vodafone.