Viajé con Vueling el domingo 5 de junio, Bilbao – Londres Gatwick, número de vuelo 6307. Había pagado por llevar una maleta “de las que no caben en debajo del asiento”, a pesar de la cuestionable legalidad de esta práctica. Al estar a punto de embarcar me dicen desde la empresa que lo que he pagado es por una maleta facturada y no una bolsa de equipaje de mano. Yo les explico que escogí la opción que me recomendaba automáticamente su sistema de reservas, y que, además, en un vuelo anterior había hecho lo mismo y no me habían puesto problemas. No sólo me obligan a que mi maleta (de dimensiones específicas para ir en cabina) vaya en bodega, sino que además me exigen el pago de 60 euros para poder embarcar. Me dicen que o pago o no viajo (o viajo sin maleta). Ante esta extorsión, y con el embarque a punto de cerrar, me veo sin otra opción que volver a pagar por mi maleta. Pido que por favor me den una hoja de reclamaciones, que empiezo a rellenar. Dado que ya han embarcado los demás pasajeros, me instan a que complete la hoja en el avión para no ocasionar retrasos, asegurándome que puedo entregarla al personal de cabina para que la procesen. Ya en pleno vuelo, me dirijo a la sobrecargo para pedirle que por favor procese mi hoja de reclamaciones. Me asegura que no puede hacerlo porque esto “corresponde al personal de tierra” y que me han informado mal. Me deniegan por tanto el derecho a presentar reclamación in situ, mintiéndome sobre el proceso y poniéndome en situación de indefensión. Yo no sé si quien miente en esa situación es el personal de tierra o el personal de cabina, en cualquier caso indicar que el personal de tierra tiene número de empleado 134393 y 134391, respectivamente, y que la sobrecargo que se niega a tramitar mi hoja de reclamaciones se identifica como Nekane González. Para mayor indignación por mi parte, constato: 1. Las tasas por maletas se aplican de manera inconsistente. A mí me exigen el pago de 60 euros a pie de puerta de embarque, a otra pasajera le cobran 50 euros. 2. El personal de tierra no aplica de manera consistente la normativa, sino que seleccionan a los pasajeros más vulnerables. En mi caso, una mujer que viaja sola con tres niños la otra pasajera mencionada, una señora asiática que no habla español y apenas puede comunicarse en inglés. Dada esta experiencia, querría exigir que se me devolviese o bien el importe cobrado en la puerta de embarque (60 euros) o, en su defecto, el importe que pagué de antemano por mi equipaje (£95.38). También creo que se me debe una disculpa por el trato recibido, particularmente por el hecho de haberme proporcionado información falsa acerca del proceso de reclamaciones.