Durante nuestro viaje con Turkish Airlines, vivimos una serie de acontecimientos que no solo arruinaron por completo nuestras vacaciones, sino que también nos llevaron al límite emocional, psicológico y financiero.
a) Negligencia y desorganización en el vuelo TK1843 (Estambul-Atenas)
Para empezar, es importante aclarar que no fuimos los únicos pasajeros afectados.
Había al menos otros seis pasajeros a nuestro alrededor en la misma situación, lo que confirma que no se trató de un error individual, sino de un fallo colectivo y sistémico causado por la mala gestión de Turkish Airlines en la puerta de embarque.
Llegamos a la puerta de embarque (número 16) con bastante antelación para nuestro vuelo a Atenas. Sin embargo, la puerta estaba situada justo al lado de otra puerta de embarque para un vuelo a Fráncfort que salía a la misma hora.
Debido a la caótica organización, la mala señalización y la total falta de coordinación del personal de tierra, las dos filas de embarque se fusionaron en una cola extremadamente larga y confusa.
Por respeto y cortesía, esperamos pacientemente al final de la fila durante varios minutos, sin saber que en realidad estábamos en la cola equivocada.
Ningún miembro del personal utilizó el sistema de megafonía, hizo ningún anuncio ni comprobó si los pasajeros estaban haciendo cola para el vuelo correcto.
Solo cuando nos dimos cuenta del error por nosotros mismos corrimos hacia la puerta correcta, apenas cuatro minutos después de la hora oficial de cierre, cuando aún quedaban 16 minutos para la salida.
Sin embargo, se nos denegó el embarque, a pesar de que claramente aún había tiempo para embarcar con seguridad.
El personal de la puerta actuó de forma grosera y sin empatía, enviándonos inmediatamente al mostrador de atención al cliente de Turkish Airlines sin asumir ninguna responsabilidad por lo que era claramente un fallo de organización por su parte.
En el mostrador de atención al cliente, el trato fue igualmente inaceptable: nos dijeron que nuestra única opción era comprar nuevos billetes para el día siguiente por aproximadamente 700 €, sin ofrecer ninguna solución alternativa, ninguna oferta de hotel ni ayuda con el transporte.
En ningún momento se nos informó de que perder este vuelo cancelaría automáticamente nuestros billetes de vuelta, ni se nos advirtió de las posibles consecuencias.
b) Cancelación silenciosa e injustificada de nuestros vuelos de vuelta
Tras perder el vuelo TK1843, Turkish Airlines canceló automáticamente nuestros vuelos de vuelta (TK1846 y TK44) sin avisarnos de ninguna manera.
No recibimos ningún correo electrónico, ningún mensaje de texto ni ninguna llamada telefónica.
De hecho, seguimos recibiendo recordatorios automáticos para facturar, lo que nos hizo creer que nuestro viaje de vuelta seguía siendo válido.
Incluso nos pusimos en contacto con el servicio de atención al cliente de Turkish Airlines a través del chat en vivo, donde un agente humano nos confirmó explícitamente que no había ningún problema con nuestra reserva y que solo teníamos que recoger nuestras tarjetas de embarque en el aeropuerto.
Tenemos capturas de pantalla de esta conversación como prueba.
Sin embargo, al llegar al aeropuerto de Atenas el 4 de octubre, se nos informó fríamente y sin disculparse que nuestros vuelos habían sido cancelados y que nuestros asientos ya habían sido revendidos.
Todo el proceso reveló un patrón deliberado de ocultación y negligencia: la compañía no proporcionó ninguna advertencia, ninguna ayuda y ninguna solución, solo silencio, mientras se beneficiaba de la reventa de nuestros asientos.
En nuestra opinión, este modus operandi demuestra una clara mala fe, ya que cada paso, desde la deficiente gestión del embarque hasta la falta de comunicación, benefició exclusivamente a la aerolínea desde el punto de vista financiero, y no a los pasajeros.