El jueves 16 de febrero de 2017 acudí por la mañana a la tienda de la calle Loreto junto a la arquitecta que me está haciendo la casa, con el motivo de comprar una chimenea. Estuvimos esperando casi una hora porque el señor que atendía tenía un cliente. Hasta aquí lo entiendo ya que no habíamos pedido hora, aunque el señor no se dignó ni una sola vez a dirigirse a nosotras para mostrar que como mínimo nos había visto. En el momento de atendernos cogió unas tres llamadas, en las cuales se entretuvo unos 5 minutos en cada una, sin mostrar prisa por atendernos. Eso hizo que nos empezáramos a molestar. Finalmente, cuando habíamos prácticamente confirmado la compra de una chimenea de 2.400 euros aproximadamente, nos invitó a bajar a la exposición para ver la chimenea en cuestión. En ese momento le volvieron a llamar por teléfono. Nosotras estábamos abajo a oscuras, sin saber cómo encender la luz, pasados unos minutos decidimos subir e informarle al señor de que nos íbamos a ir, ya que sentíamos que no estábamos siendo bien atendidas.