Compré un canapé y un colchón el 1 de abril en la empresa Colchones Bezen. Desde el inicio, la experiencia ha sido problemática y, a día de hoy, sigo sin una solución adecuada.
En primer lugar, el pedido llegó con medidas incorrectas. Tras varias gestiones lentas y poco claras, el 11 de abril recibí por fin el colchón correcto. Sin embargo, a las dos semanas de uso, el colchón comenzó a hundirse en la zona central y el canapé mostró roturas en la madera y óxido en la estructura metálica.
Informé a la empresa dentro del plazo de devolución, pero durante un mes y medio ignoraron mis mensajes y, cuando respondieron, se limitaron a decir que “no se apreciaba ningún defecto” y que “era normal”. Mientras tanto, tuve que seguir durmiendo en el colchón esperando una solución que nunca llegaba.
Respecto al colchón, la única propuesta que recibí fue pagar 80 € de transporte o buscar yo misma un medio de envío, facilitándome únicamente la dirección de destino. Además, me advirtieron que, si el colchón sufría algún daño adicional durante el transporte, perdería mi derecho a devolución o reemplazo.
Pasaron los meses y el problema empeoró. Envié fotografías actualizadas en las que el hundimiento era evidente. Esta vez sí reconocieron el deterioro, pero se negaron a cambiar el colchón alegando que tenía una mancha, ignorando que el motivo principal de la reclamación era el defecto que apareció desde la segunda semana.
Con el canapé ocurrió algo similar. Me autorizaron a abrir la tapa para comprobar el daño y confirmaron la rotura y la oxidación. Desde junio me prometieron enviar una tapa nueva, pero hubo tres intentos de entrega fallidos: en una ocasión querían hacer la retirada de la pieza defectuosa sin entregar la nueva y les dije que eso no era lo pactado; y en otras dos figuró en el sistema como “incidencia de entrega” sin que realmente se intentara la entrega. Durante todo este proceso, desmonté el canapé en varias ocasiones siguiendo sus indicaciones, sin que se resolviera el problema.
Finalmente, la semana pasada llegó la tapa de reposición, con un retraso injustificado, pero el colchón sigue en mal estado y sin solución alguna.
A día de hoy, han pasado cuatro meses desde mi primera queja y sigo sin respuesta efectiva. He tenido que volver a abrir una reclamación ante la OCU.
Considero que la atención recibida es contraria a mis derechos como consumidora. Un colchón y un canapé deben durar años, no semanas. Por todo ello, solicito la devolución íntegra del importe abonado (348,99 €). Espero llegar a una solución, porque me veo obligada a comprarme un nuevo colchón, y hasta que no se cierre este proceso no voy a tirar nada.