Mascarillas de arcilla con trazas de metales pesados
Las mascarillas de arcilla tan utilizadas para limpiar el cutis contienen trazas de arsénico, plomo, antimonio, cadmio y cromo que vienen del suelo donde se extrae la arcilla: detectamos su presencia en 21 productos analizados. Aunque no suponen un riesgo inmediato para el consumidor, pedimos a los fabricantes que refuercen los controles a las materias primas para reducir los niveles de metales pesados a los mínimos técnicamente posibles.

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Sustancias naturales en cosmética, no todas buenas
Las mascarillas faciales de arcilla se aplican sobre el rostro para limpiar y suavizar la piel. Gozan de una creciente aceptación, en sintonía con la preferencia del mercado por productos de cuidado personal formulados con ingredientes de origen natural. Las mascarillas están elaboradas con arcillas minerales naturales que poseen la capacidad de absorber el exceso de sebo y regular brillos, eliminar impurezas, reducir puntos negros, mejorar la oxigenación y tono de la piel.
Según de donde se extraiga la arcilla, la composición y coloración puede variar. Es común que sea rica en minerales como el magnesio, calcio, ácido silícico o hierro. Se comercializan mascarillas de arcilla de varios colores:
- Arcilla verde (illita o montmorillonita): rica en minerales, muy absorbente, ideal para piel grasa.
- Arcilla blanca (caolín): más suave y menos absorbente, indicada para pieles sensibles o secas.
- Arcilla roja: con óxidos de hierro, estimula la circulación, adecuada para pieles apagadas.
- Bentonita, de color gris o beige: arcilla volcánica con gran capacidad de absorción.
Pero también ocurre, y ahí reside la fuente de preocupación, que la arcilla contenga proporciones variables de antimonio, cromo, plomo, cadmio, arsénico, mercurio o níquel, sustancias presentes de forma natural en la tierra. En diversos estudios se ha descubierto la presencia de metales pesados en mascarillas faciales de arcilla, aunque fuera en cantidades muy pequeñas.
21 mascarillas analizadas
Para valorar el alcance de este problema, en OCU hemos analizado 21 mascarillas faciales de arcilla de venta en distintos tipos de establecimientos, de supermercados a parafarmacias, perfumería y tiendas de cosmética natural, y de precio comprendido entre 3,50 y 40 euros por envase.
¿Trazas imposibles de eliminar?
El análisis ha consistido en buscar siete metales pesados: plomo, cadmio, mercurio, arsénico, antimonio, níquel y cromo, sustancias potencialmente dañinas a largo plazo. Este estudio se ha elaborado junto a otras organizaciones de consumidores europeas y se ha realizado en un laboratorio independiente con acreditación para el método utilizado.
Para la interpretación de los resultados hemos utilizado como referencia la guía alemana del BVL (Oficina Federal de Protección del Consumidor y Seguridad Alimentaria), ya que esta guía, basándose en investigaciones anteriores, establece unos límites de trazas de metales pesados en cosméticos que técnicamente se consideran inevitables.
Utilizamos las orientaciones alemanas por ser más exigentes que la regulación europea, ya que esta prohíbe la presencia de metales pesados, salvo si es en forma de trazas inevitables y siempre que los productos sean seguros para el consumidor. La debilidad de la normativa europea es que no especifica qué es inevitable y no ofrece unos valores a los que haya que ajustarse, cosa que sí hace la guía del BVL.
En 19 de 21 mascarillas se superan las recomendaciones
El primer dato importante es que en la totalidad de los 21 productos analizados se ha detectado la presencia de alguno o varios metales pesados. Y ahora nos preguntamos: ¿en qué cantidad?
A la luz de la guía alemana del BVL, solo en 2 mascarillas las trazas son ínfimas y cumplen las recomendaciones; son Les Cosmétiques Mascarilla SOS (de Carrefour) y Ziaja Black face mask.
Los otros 19 productos contienen algún metal pesado por encima de los límites orientativos, con diferencias entre ellos:
- En Neutrogena, Deliplus (de Mercadona) y Cien (de Lidl) se superó el valor orientativo solo en un metal. Por el contrario, en Caudalie y Kiko Milano se superaron 4 y 5 valores de referencia respectivamente.
- 14 productos excedían los valores límites para el arsénico, 10 no cumplían las recomendaciones para el antimonio, 13 superaron las recomendaciones para el plomo, 3 sobrepasaron los límites para el cadmio y 5 estarían por encima de las orientaciones para el cromo.
- No se aprecian problemas ni con el mercurio ni con el níquel.
Metales pesados y salud
La exposición a metales pesados proviene principalmente de la alimentación, el agua potable, la contaminación ambiental y el tabaco. En mucha menor medida nos llega de algunos productos de consumo como los cosméticos y la joyería. Pero, al final, todo contribuye.
Toxicidad acumulada
Los metales pesados son tóxicos para nuestro organismo y para la piel. Estar expuestos a ellos da lugar a todo tipo de síntomas, desde un deterioro de la salud general hasta bloqueos metabólicos y disfunciones de los sistemas orgánicos, y afecciones de la piel. La dosis es un factor decisivo.
Los metales pesados bloquean numerosos procesos fisiológicos del organismo. Tienen el poder de cambiar la estructura de las proteínas y alterar las funciones enzimáticas, modifican procesos metabólicos importantes como el sistema de desintoxicación celular y la formación de radicales libres, cuyas consecuencias son procesos de envejecimiento acelerados, cambios y bloqueos en las funciones celulares, incluidas mutaciones y cáncer.
La mayor exposición viene de respirar aire contaminado, de comer y beber alimentos con metales pesados. El uso ocasional de productos con metales pesados como impurezas dentro de límites técnicos razonables no suele representar un riesgo agudo. Sin embargo, la exposición crónica o acumulada, especialmente en labios o mucosas, sí puede contribuir a una mayor carga corporal. Los riesgos en la salud son:
- Plomo: afecta al sistema neurológico (neurotoxicidad) y a los riñones (nefrotoxicidad), y produce efectos en el desarrollo infantil. No hay nivel seguro conocido de exposición.
- Cadmio: cáncer, toxicidad renal, alteraciones óseas.
- Mercurio: neurotoxicidad, nefrotoxicidad, dermatitis.
- Arsénico: cáncer, efectos cardiovasculares y dermatológicos.
- Níquel: alérgeno de contacto frecuente (dermatitis).
- Cromo: dermatitis de contacto, carcinogénico en formas hexavalentes.
Estos efectos dependen no solo de la cantidad de metal presente, sino también de su forma química específica, ya que algunas versiones son mucho más tóxicas que otras.
Su presencia en cosméticos
Los metales pesados llegan a los cosméticos a través de la materia prima utilizada. Suelen encontrarse en las materias primas de origen vegetal o mineral, sobre todo en los pigmentos minerales (óxidos de hierros, arcillas, micas) y en los pigmentos de color.
Superar un valor de referencia no implica de forma automática un riesgo para la salud de los consumidores. Además, en el caso de las mascarillas faciales, al tratarse de productos que se aclaran, el contacto con la piel es de unos pocos minutos.
Para ciertos metales como el níquel o el cromo sí se pueden dar reacciones alérgicas en personas sensibles, incluso con exposiciones breves. En un análisis de máscaras de pestañas realizado por OCU en 2022, encontramos níquel en 2 máscaras de rímel.
Volver arribaReglamento y medidas más eficaces
No podemos decir que las mascarillas de arcilla no se ajusten a la legalidad, ya que el reglamento europeo permite trazas de estas sustancias. Pero la existencia de trazas de metales pesados en los 21 productos de nuestro análisis demuestra la conveniencia de adoptar regulaciones más estrictas para reducir al mínimo los riesgos. Para minimizar la presencia de estas sustancias tóxicas, desde OCU pedimos a la AEMPS (Agencia Española de medicamentos y Productos Sanitarios):
- Mayor vigilancia de los productos ya presentes en el mercado y revisión de los límites considerados por la industria como técnicamente inevitables y que a la luz de distintos estudios podrían ser más bajos.
- Determinación de unos niveles de impurezas que no se puedan superar, además de mejorar los controles para garantizar que se observan.
- Mayor responsabilidad de los fabricantes tanto en la selección de las materias primas como en el proceso de fabricación de los cosméticos. Si una arcilla no da la talla, el fabricante debería buscar otra materia prima más limpia.