Hemos instalado persianas motorizadas en nuestras ventanas, con un coste considerable: 800 euros por solo dos ventanas. Durante la instalación, el técnico se mostró bastante maleducado; nos pareció un comportamiento extraño, pero decidimos ignorarlo.
Desde entonces, hemos tenido numerosos problemas con el funcionamiento de las persianas. El técnico insiste en que se trata de un problema de nuestra instalación eléctrica. Puede que sea así, pero no existe ninguna prueba que demuestre si el fallo procede de las persianas o de nuestra electricidad. En dos ocasiones hemos tenido que llamar al técnico. Cada vez, parece que el arreglo del motor le lleva apenas cinco minutos, pero hemos tenido que pagar entre 150 y 200 euros únicamente por su desplazamiento y por ese arreglo tan rápido.
Sin embargo, la segunda vez que vino a repararlas, mientras le hacía preguntas sobre las persianas y otros problemas que estábamos teniendo —después de haberle pagado—, se acercó muchísimo a mí y comenzó a gritarme de forma agresiva, diciendo que no quería volver a arreglar mis persianas y que estaba harto. Se colocó a apenas dos centímetros de mí, con una actitud que parecía indicar que podía golpearme, utilizando un lenguaje extremadamente ofensivo. Yo soy una mujer de complexión pequeña y en ese momento estaba sola en casa. Sinceramente, tuve miedo por mi seguridad.
Pensé que podría estar atravesando algún problema personal, así que intenté tranquilizarle. Finalmente se disculpó. Esto ocurrió hace seis meses, y en ese momento estuve a punto de presentar una queja, pero pensé que tal vez solo era un técnico ocasional y que podría estar pasando por un mal momento.
Desde entonces, nuestras persianas se han vuelto a estropear. Escribí un correo explicando que había sentido mucho miedo con el técnico anterior y pidiendo que enviaran a otra persona. Resultó que ese técnico es el propietario de la empresa. Me respondió con un correo muy grosero, acusándome falsamente de haber sido agresiva y diciéndome que no volviera a contactar con él.
Nuestras persianas están en garantía y no puede ignorar la obligación legal de la empresa de atender las reparaciones correspondientes. A esto se suma su comportamiento extremadamente intimidante, que considero totalmente inaceptable.
Por todo lo anterior, solicito formalmente:
Que se respete la garantía vigente y que se envíe un técnico distinto para revisar y reparar las persianas.
Que se ofrezca una solución definitiva a los fallos recurrentes del motor.
Que se tomen medidas respecto al comportamiento inapropiado y amenazante del propietario/técnico.