Mi perra chihuahua ingresó la noche del 4 de septiembre, sobre las 2 de la madrugada. Estaba de parto. Llevaba dos horas con contracciones muy fuertes, aullando de dolor. Cuando llegamos, le hicieron radiografía y analítica. Nos dijeron que los cachorros estaban bien, y la perra también. Que teníamos dos opciones, o dejarla ingresada o llevárnosla a casa. Cuando le pedimos consejo a la veterinaria, nos dijo que era decisión nuestra. Pregunté cómo iba a saber si algo iba mal en el parto y nos dijo: “si a las 12 de la mañana no veis cachorros, entonces la traéis de vuelta”. No soy veterinaria, pero tener 12 horas a una perra intentando parir dos cachorros (que encima nos dijeron que eran bastante grandes según la radiografía) y un dolor horrible, es desgarrador. Decidimos dejarla ingresada, para que estuviese monitorizada. Estuvo 4 horas más agonizando, intentando parir, sola, a oscuras en una jaula. A las 6 de la mañana decidieron hacerle una cesárea de urgencia, con la consecuencia de que los cachorros murieron. Cuando preguntamos, la respuesta fue que “normalmente se intenta esperar a por la mañana para hacer cirugías, para que haya más personal”. Esa espera ha dejado dos cachorrros muertos, y una perra en estado de shock, que se ha pasado el día escondida, apática, y desubicada.
Por su puesto, para lo que no han esperado ha sido para cobrarnos los 2500 euros.