La reciente imposición de aranceles del 25% por parte de Donald Trump a los automóviles importados en Estados Unidos podría tener profundas repercusiones en la economía americana. Esta medida, que entrará en vigor el 2 de abril de 2025, afecta directamente a los fabricantes europeos como Volkswagen, Mercedes-Benz, BMW, Stellantis, Renault y Trigano, quienes dependen en gran medida del mercado estadounidense para sus modelos de alta gama (vea nuestro artículo Golpe a los fabricantes europeos del sector auto).
En primer lugar, los aranceles incrementarán los costos de los automóviles importados, lo que podría llevar a una disminución en las ventas de estos vehículos en EE.UU. Esto no solo afectará a los fabricantes europeos, sino también a los consumidores americanos, quienes se enfrentarán a precios más altos y menos opciones en el mercado. La incertidumbre generada por esta política comercial podría ralentizar las decisiones de inversión de las empresas, disparando la incertidumbre a niveles muy elevados y afectando negativamente la confianza del consumidor.
Además, la agresiva política de aranceles que blande Trump a diestro y siniestro podría impulsar la inflación en los EE.UU., obligando a la Reserva Federal a adoptar una actitud expectante. Es probable que el número de recortes de los tipos de interés oficiales previstos para 2025 se limite a dos como máximo. Unos tipos de interés aún elevados son una mala noticia para las acciones, que compiten cada vez más con las obligaciones que ofrecen rendimientos atractivos. Esto podría llevar a una caída en las bolsas americanas, como ha ocurrido en las últimas semanas, arrastradas por un sector tecnológico, el motor bursátil de los últimos años, que podría verse afectado por unos intereses elevados.
A pesar de estos desafíos, creemos que hay más factores que suman a favor que los que lo hacen en contra. La economía estadounidense cuenta con una base sólida. El mercado laboral resiste bien y los salarios suben más deprisa que la inflación, lo que aumenta el poder adquisitivo. Los recortes fiscales prometidos, tanto para los hogares como para las empresas, debieran acabar por ver la luz, impulsando la demanda interna. Además, la capacidad de innovación de Estados Unidos sigue siendo uno de sus puntos fuertes.
En conclusión, aunque no hay ningún país inmunizado para una recesión y la imposición de aranceles por parte de Trump podría causar turbulencias y aumentar este riesgo, la economía estadounidense tiene los recursos necesarios para recuperarse y salir airosa del envite. La prudencia es clave en estos momentos de incertidumbre, y la apuesta de nuestras carteras globales por las acciones estadounidenses no está en entredicho. En concreto, las acciones yanquis pesan un 25% en la cartera mixta dinámica, una 15% en la equilibrada, un 10% en la Global Flexible y un 5% en la moderada y en la defensiva.