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Vivienda: el cambio que viene
hace 4 años - lunes, 16 de septiembre de 2019
La vivienda y sus pilares, ante crecidas.
La percepción sobre los inmuebles como bien refugio es distinta para quienes cuentan más años de vida en el siglo XX que en el XXI, aunque se discute si el supuesto desapego de los jóvenes por el ladrillo no es más fruto de hacer de la necesidad virtud, que de una decisión sopesada.
Desafiar la gravedad
En España la querencia por la propiedad persiste anclada en los espíritus y en el momento en que las cifras “cuadran” nos seguimos lanzando a comprar. El problema es que para miles y miles de personas esas cifran no solo no cuadran, sino que tampoco se ve una perspectiva de futuro en la que pudieran cuadrar, dada la desproporción entre el coste y los recursos disponibles, sin que los ingresos por trabajo permitan generar un ahorro mes a mes, una vez descontado el elevado coste de la vida.
Pensamos que este es uno de los desequilibrios que deben corregirse más pronto que tarde, a riesgo de padecer un enfrentamiento entre generaciones que han podido acumular inmuebles y otras que no alcanzan a adquirir su propia residencia.
Hacia dónde va la vivienda: el fin de la escapada.
La crisis de 2008 rompió el mito de que el ladrillo nunca baja. Pero solo lo hizo en parte. “Solo era un bache, al final acaba por recuperarse, ¿ves?”. Mucho nos tememos que la próxima crisis sí terminará por dejar las cosas claras. Los inmuebles valen lo que valen, y cualquier proceso de inflado de precios por motivos externos acaba por corregirse.
La vivienda como síntoma
La corrección nos parece aún más inevitable cuando contemplamos otros dos profundos desequilibrios actuales: las previsiones demográficas a la baja a medio plazo y el desigual reparto de la población en el amplio territorio de nuestro país.
No tiene sentido que nos agolpemos en cuatro o cinco polos de generación de empleo mientras se vacían vastas zonas del país. Claro que la solución exige medidas ambiciosas con la vista puesta en el futuro, mucho más allá de los ciclos electorales. Con altura de miras, habría que explotar las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, las comunicaciones y hasta el cambio climático, para impulsar nuevas zonas de desarrollo en el país. Entre otros efectos se aliviarían las tensiones artificiales que pesan ahora sobre la vivienda.
No damos por hecha esa altura de miras de nuestra clase dirigente, pero sí parece cercana la corrección de precios de la vivienda. Tomemos precauciones. Por ejemplo, en la compra sobre plano.
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