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Una cuestión de confianza
hace un mes - viernes, 28 de abril de 2023
Por más que la situación económica todavía no haya pinchado, los ánimos de los consumidores siguen de capa caída.

Los inversores siguen con el ánimo decaído.
Sentimiento sombrío
No hay más que echar un vistazo a cualquier índice de confianza, por ejemplo, el que elabora OCU Inversiones. En el del primer trimestre del año, si bien hubo una ligera mejoría del ánimo respecto al trimestre anterior, siguió dominando la prudencia y desconfianza en lo que respecta a los ingresos de sus hogares en los próximos meses. La profundidad hasta la que llega este sentimiento sombrío puede apreciarse observando gráficos a largo plazo. Por ejemplo, en el caso de la eurozona la confianza es casi tan baja como en la crisis de 2008 y en el caso de los consumidores estadounidenses, según el índice que elabora la Universidad de Michigan, incluso está algo por debajo al pico más alto alcanzado en aquella crisis. Y es que, a pesar de no haberse paralizado el crecimiento económico pesa, y de qué manera, el golpe que estamos sufriendo con la inflación: precios que afectan indiscriminadamente a todo lo que consumimos (alimentos, energía, ocio, ropa…) y del que no tenemos escapatoria.
Pero si ya dado este aumento de precios, que al fin y al cabo es un gasto extra inesperado, se suma que muchos consumidores temen una caída de sus ingresos por no poder escapar finalmente de la recesión, es lo que explica que estos niveles de confianza sean tan bajos. Algo que retrae el consumo y la inversión, disparando el nerviosismo. Y es que nuestros mecanismos mentales nos hacen temer más una caída de ingresos que un aumento de gastos. O al menos así lo concluyen los experimentos realizados por varias universidades estadounidenses en los que, por ejemplo, se le preguntaba a una amplia muestra poblacional con qué podrían lidiar mejor, si con una caída de sus ingresos de USD o con un gasto extra de 2.000 USD; resultando abrumadoramente más sencillo afrontar el gasto. Y es que un “shock” de ingreso por lo visto lo percibimos como una pérdida, una caída dolorosa de nuestra riqueza que afecta a lo que somos; mientras que un gasto inesperado es un bache pasajero que parece más fácil de lidiar, buscando ingresos alternativos o prescindiendo de algún otro gasto menos importante. Así, no es extraño entonces que en la difícil coyuntura en que nos encontramos y aunque los perores augurios no se hayan cumplido, los ánimos estén en horas bajas.
Nosotros no contamos con una bola de cristal para saber si entraremos o no en recesión, aunque es un escenario que no podemos descartar. Recuerde que en OCU Inversiones no todo es bolsa y encontrará opciones para todo perfil, tanto para el que quiere asumir riesgo como para el más conservador (vea las subastas de letras) o las ventajas negociadas exclusivas para nuestros socios como ese fondo que esperemos rente un 6% en año y medio.