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de lunes a viernes de 9:00 a 12:30 y de 13:00 a 16:00El mercado inmobiliario terminó 2017 arrojando datos positivos y recabando pronósticos casi unánimes de mejora del entorno para 2018.
Pero es necesario contemplar todo el cuadro, y no solo una parte. Exultar con esas cifras es como festejar un resultado abultado en un partido entre un equipo de primera división con otro de juveniles. Claro que las cifras son positivas: veníamos de valores ínfimos, y las condiciones del crédito son excepcionalmente laxas. El Euribor lleva tiempo en negativo, las entidades financieras ofrecen hipotecas preconcedidas, el dinero (financiero) fluye por la acción del Banco Central Europeo…
Y sin embargo millones de personas no tienen acceso a una vivienda. No solo los 3,41 millones de desempleados con los que terminamos el año. También muchos de los que tienen trabajo o lo han recuperado recientemente. El “nuevo” mercado laboral está marcado por la precariedad y la temporalidad (91,2 % de los contratos firmados en 2017 fueron temporales), y por salarios bajos.
No es fácil alquilar. Y el colmo de la dificultad está en alquilar y ahorrar a la vez. Sin ahorro previo no es posible la compra y el acceso a una hipoteca. Las ayudas familiares se fueron fundiendo durante la crisis. Hay hogares con dinero pero son más numerosos los que se están viendo imposibilitados para crecer o simplemente para nacer. Crear un hogar es complicado sin un techo propio. El desajuste del mercado de viviendas alcanza su máxima expresión en las grandes ciudades.
La solución al desajuste pasa por la inversión en vivienda pública de alquiler. En la actual coyuntura la Administración debería apostar seriamente por promover este tipo de vivienda, facilitando el acceso de los colectivos más desfavorecidos en las grandes urbes y favoreciendo a su vez la bajada de precios. Pero en lugar de ello, se venden inmuebles y parcelas por lotes a fondos de inversión. Ventas que en algún caso han sido impugnadas ante los tribunales, veremos con qué resultado.
Es preciso aparcar las demagogias y sacar partido a edificios y terrenos sin uso. Al tiempo que se promueve de verdad una cultura de trabajo inteligente que permita un reparto equilibrado de la población y los recursos.
Como pensamos que esta situación no puede perdurar, a quien piense en invertir le insistimos en que no se deje obnubilar por promesas de rendimientos de alquileres de vivienda. Vea nuestros consejos, por ciudades y barrios.
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