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Basta de paños calientes
hace 12 años - viernes, 17 de septiembre de 2010Paños calientes
En momentos de crisis las decisiones fiscales deberían ser muy claras y, cuando sea preciso, valientes. En economía y en política fiscal todo es opinable, no hay dogmas, y corresponde al gobernante adoptar sus decisiones.
En los últimos meses asistimos a un baile de anuncios, globos sonda, medidas previstas en proyectos o anteproyectos de ley que no acaban de ver el día. Nos referimos por ejemplo al anunciado fin de la desgravación por adquisición de vivienda. Y decimos fin de la ayuda porque aunque en el texto que la prevé se recoge como una limitación de su cuantía y de la base imponible de los contribuyentes que podrán optar a ella en el futuro, en la práctica supone su desaparición.
En el proyecto actual se limita (y en cuantías inferiores a las actuales) a bases imponibles en el IRPF inferiores a 24.107,20 euros (vea página 18). Quienes tengan mayores recursos quedan excluidos. Pero cabe preguntarse, con los precios de la vivienda en nuestro país, cuántos de esos contribuyentes con ingresos limitados tendrán acceso a un préstamo hipotecario que les permita comprar.
Desde luego, la inmensa mayoría de los compradores se quedan fuera de las ayudas. Nosotros no somos partidarios de mantener tales ayudas por encima de todo. Nos parece más importante que las ayudas al alquiler sean, al menos, similares a las de la compra. Pero si se quiere eliminar la deducción dígase de manera clara.
Este modo de hacer, de amagar y no dar, de hablar con paños calientes, no nos parece el mejor camino para transmitir confianza. Parece que blandiendo esta “amenaza” de eliminar ayudas se intenta empujar a la gente a adelantar compras. Es como una versión del palo y la zanahoria para compradores que parecen mostrarse inexplicablemente tercos a la hora de gastar su dinero. Papá Estado nos dice: compre ahora que el mercado de la vivienda está en un momento dulce y además mañana será peor.
Se olvida de que como dice la publicidad, el comprador no es tonto. Si no se compra es porque no se puede o porque se prevé que, a pesar de la posible pérdida de beneficios fiscales (y precisamente por ello), interesa esperar a una (necesaria) mayor bajada de precios.