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No con mi dinero
hace 15 años - martes, 13 de mayo de 2008
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Los datos de compraventas son claros: no se venden viviendas. Ante
esto, cada día escuchamos a portavoces de distintos sectores pidiendo ayuda a
la administración: deducciones fiscales, subvenciones a la rehabilitación,
mayor precio para el módulo de la VPO, facilidades de crédito a empresas y
particulares… Muchas de estas medidas serán ciertamente oportunas en tiempos de
crisis. Sin embargo, llama la atención que en ningún momento se escuchen, como
otras alternativas, propuestas de descenso de los precios.
Aquí cada uno arrima
el ascua a su sardina. Los promotores insisten en que la vivienda nueva no
puede bajar, y sí debe hacerlo la usada. Intentan vanamente convencer a los
compradores de que éste es el momento, de que no habrá “tiempos mejores” y no
tiene sentido esperar. Pero el mercado, por ahora, no da su brazo a torcer: la
misma “fiebre del oro” que llevó a innumerables españoles a lanzarse a la
compra de una vivienda en los años del boom, se ha tornado ahora en convición
de que los precios sí pueden bajar y que no hay que pillarse los dedos.
Por el
bien y la tranquilidad general, ¿no sería mejor que reconociésemos entre todos
(administración, bancos, promotores, mediadores y ciudadanos de a pie), que durante
años nos hemos “subido a la parra” con los precios y que hay que corregir? Esto
retomaría la confianza y relanzaría el mercado, porque existe necesidad de
vivienda, pero no a cualquier precio. Y desde luego, no vemos justificación a
que la Administración, que somos todos, ayude ahora a un sector que en el
pasado se ha llevado grandes beneficios, y debe ahora afrontar el mercado y las
consecuencias de su gestión, como todo el mundo.