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Combinar estrategias
hace 3 años - lunes, 4 de mayo de 2020
En tiempos de crisis son muchas las incógnitas que los inversores querrían despejar respecto a su patrimonio.

¿Gestión activa o pasiva? ¿Cuál elegir en tiempos de alta volatilidad e incertidumbre?
Preguntas, por ejemplo, como cuál sería la mejor estrategia para sortear la que se avecina – la caída del PIB de un 5,2% en marzo ha sido un adelanto del nuevo escenario que vendrá– y que podrían ser dignas del mismísimo oráculo de Delfos. No existen recetas mágicas, ni oráculo que pueda responderlas. Tan sólo la capacidad para sacar el máximo partido de todas las herramientas a nuestro alcance. Ahora bien, en medio de este devaneo sobre dónde colocar las apuestas o el de elegir cuál puede ser la mejor hoja de ruta a seguir vuelve a resurgir el viejo debate entre la gestión activa y pasiva. ¿Es mejor tomar la batuta y tratar de batir al mercado o simplemente conformarse con seguirlo tratando de no hacerlo peor?
Con la primera opción, el gestor tendrá rienda suelta para mover las fichas por el tablero, según le convenga – en el afán de aprovechar posibles rebotes –, pero por el contrario usted deberá estar dispuesto a asumir también un mayor coste de gestión. Un coste, que no es sinónimo de rentabilidad, por mucho análisis que haya detrás. Y es que cuando los gestores aciertan las cosas pueden ir muy bien, pero cuando dan un paso en falso, también pueden mostrar una cara menos dulce. Y si no véase, cuando tratando de tener una menor exposición reducen algún activo y se acaban perdiendo el rebote de los mercados. En el otro extremo, la gestión pasiva se limita a seguir un índice de referencia, sin más pretensión que no hacerlo peor que su mercado, y ello con unos costes más ajustados para el bolsillo del inversor. Ante esta disyuntiva nosotros ya hace tiempo que tomamos la determinación de no tener que elegir y aprovechar las ventajas que ofrecen ambos tipos de gestión. De ahí, que en noviembre pasado viera la luz el Beka Optima Global, un fondo en el que conviven de forma natural ambos mundos. Este fondo invierte en más de 5.000 empresas de casi 30 países. Para ello combina la inversión a través de ETF de distintos mercados que tratan de replicar el peso real de cada país en el PIB mundial; con la apuesta por un grupo de valores con alto potencial presentes en nuestra cartera Experto en acciones. Y aunque no hay inversión que pueda librarse de ser golpeada por la pandemia, está demostrando tener pérdidas mucho más limitadas que otros fondos que invierten en acciones globales; además de sus excelentes perspectivas de futuro: un rendimiento en torno al 7% medio anual a largo plazo.
En definitiva, para que sus inversiones sigan a flote en el largo plazo ahora que sopla el viento en contra, toca agudizar el ingenio, y al igual que están haciendo las autoridades monetarias, echar mano de todos los recursos a nuestro alcance. Esta pasa no sólo por combinar tipos de gestión, sino por construir carteras diversificadas, con la flexibilidad suficiente para sortear los obstáculos a corto plazo y brillar a un horizonte más amplio.