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Las piedras del camino
hace 4 años - lunes, 4 de febrero de 2019Una tragedia humana y medioambiental, que como en otras muchas ocasiones tiene la firma de la mano del hombre. En este caso la del gigante minero Vale, el mayor productor mundial de hierro, que tras poco más de tres años vuelve a estar en el punto de mira por una catástrofe de similares características. Responsabilidades al margen – cinco de sus ingenieros han sido detenidos temporalmente –, la bolsa se encargó inmediatamente de castigarla con un desplome del 24%, ante la perspectiva de pérdidas y elevados costes por multas y compensaciones. No es nada nuevo, lo hemos visto en escándalos como el de las emisiones de los motores diesel de Volkswagen (la acción cayó un 10%); o el vertido de petróleo en el Golfo de México en 2010, por el que los títulos de BP se desplomaron un 16%.
Hechos como estos nos llevan a hacernos varias reflexiones. Por un lado, la ética de los negocios y las consecuencias, a veces irreparables, que trae consigo la codicia humana y una mala gestión empresarial. En cuanto a la ética de una empresa, no podemos decir que sea un factor determinante en nuestros análisis; lo que sí tenemos en cuenta es su modelo de gestión de cara a asignarle un nivel de riesgo u otro para que usted tome la decisión más apropiada, conforme a su perfil e intereses. Por otro lado, está el carácter imprevisible – como siempre le advertimos –de las inversiones y el vuelco que estas pueden dar de un día para otro, por mucho que pongamos nuestro empeño en hacer análisis exhaustivos de los riesgos. Un vuelco que puede tener efectos de onda expansiva en el sector de que se trate. Por lo pronto en el desastre de Brumadinho ya ha provocado un repunte del precio del hierro, al anunciar Vale que recortará su producción en 40 millones de toneladas al año; y un efecto positivo en su competencia: la cotización de Rio Tinto tras el desastre repuntó en más de un 11%.
A la hora de protegerse contra hechos imprevisibles lo más efectivo es construir una cartera diversificada y hacerlo con un horizonte de inversión a largo plazo, de cinco a diez años. Inevitablemente en este periodo usted tendrá que afrontar las piedras del camino en forma de algún que otro descalabro. Es lo que lleva implícito el riesgo de invertir, pero no por ello deberá llegar a conclusiones precipitadas a la hora de deshacerse de una inversión; pues los aciertos pueden encontrarse a la vuelta de la esquina. Un claro ejemplo de ello es el fondo Metavalor Global. Tras su tropiezo en 2018 en que se dejó un 5,6%, ha dado la bienvenida a este 2019 con jugosas ganancias, haciendo las delicias de quienes supieron esperar y ser constantes.
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