Un 2022 ingrato, muy ingrato
El año que acabamos de dejar atrás quedará reseñado dentro de los libros de historia como un año muy ingrato con los inversores. En los Estados Unidos, su parqué cayó casi un -20%, batacazo que puedo ser atenuado para un inversor local como usted hasta el -14,6% gracias a la apreciación del dólar USD frente al euro (+6,6%).
• En la zona euro, el golpe no fue tan severo, pero el -12,6% de caída media con que rubricaron las bolsas de la eurozona no es como para alegrarse. Cierto es que Portugal nadó a contracorriente revalorizándose un +8,3% y España “apenas” cedió un -2,7%, lo que permitió a los fondos ibéricos que combinan acciones españolas y portuguesas saldar el año meritoriamente. Sin embargo, en el conjunto de la eurozona no ayudó a compensar ese -20% que se dejaron bolsas con más peso como la germana o la holandesa.
• Por otra parte, los mercados bursátiles emergentes se auparon un tímido +1%, pero su peso a nivel mundial es tan débil que no cambiaron mucho el resultado global: -11% de caída a nivel mundial.
• Así pues, salimos de un año en el que las fuertes correcciones bursátiles han puesto de nuevo a precios más razonables muchas acciones y mercados que se habían desbocado en el entorno del dinero gratis vivido estos últimos años.
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En el que no ha cundido el pánico
No hemos llegado a ver periodos de pánico en las bolsas este último año. Incluso en momentos de máxima tensión, como supuso para la eurozona el ataque ruso sobre Ucrania, sus bolsas se dejaron ese mes de febrero solo un -5,4% para volver a dejarse otro -5,3% en marzo. Ha sido más el azote de la inflación y su respuesta en forma de alzas de tipos por los bancos centrales los que paulatinamente han llevado la batuta de las bolsas, en un juego de corrección natural de ventas graduales sin que los inversores hayan llegado a capitular en ningún momento con ventas de pánico.
• En el último trimestre incluso volvimos a ver más compras que ventas. Un retorno a los parqués quizás algo prematuro, en la medida en que tanto la inflación como las subidas de tipos parecen mejor encauzadas, pero pueden seguir dando sustos a los inversores este año. Y, además, lo más probable es que en los próximos meses las empresas revisen a la baja sus previsiones de beneficios. Dependiendo todo en buena medida de la profundidad de la crisis que se avecina y del freno que en el crecimiento supongan las mayores o menores subidas de tipos que se produzcan.
• Los precios actuales ofrecen oportunidades de compra en acciones, pero siempre que los inversores tengan por delante un horizonte lo suficientemente largo que les permitan digerir los altibajos que se avecinan.
También para la renta fija
Pero es que si 2022 ha sido un año ingrato es porque, a la par que los mercados bursátiles se tiñeron de rojo por doquier, en esta ocasión la renta fija no sirvió de refugio. 2022 ha sido un año marcado por las subidas de tipos, de corto y de largo plazo.
• Las subidas de tipos de interés han hecho que las obligaciones en circulación cayeran de precio ante el empuje de nuevas emisiones a tipos superiores. Y más conforme más alejado estaba su vencimiento en el tiempo. Y es que nadie va a comprar una obligación de 1.000 euros que pague un 2% al año, es decir 20 euros de intereses, si una nueva obligación de 1.000 euros paga a ese mismo plazo un 4%, es decir 40 euros de intereses. El equilibrio se alcanza cuando la que está en circulación cae de precio y pasa a ofrecer un 4% respecto a ese nuevo precio más bajo.
• Los más sagaces se habrán dado cuenta de que estas caídas de precio son en realidad una buena noticia. Porque aquellos que las tienen en cartera no debieran verse afectados respecto a lo que esperaban obtener de las mismas cuando las compraron, pues si bien sufren el golpe momentáneo de su pérdida de precio, a partir de ahora pasan a obtener hasta su vencimiento un rendimiento mayor equiparable al de las nuevas emisiones. Y porque aquellos que quieran destinar nuevo dinero a la renta fija será consiguiendo un interés mayor.
• También 2022 se ha caracterizado por un aplanamiento de las curvas de tipos por todo el mundo, por el que los bonos a corto plazo llegan a ofrecer un interés similar al de las obligaciones a largo, y en algunos casos incluso mayor. Movimiento que en algunos casos, como hicimos no hace mucho con las obligaciones noruegas y suecas, nos ha permitido cambiar obligaciones a largo por bonos a corto, obteniendo con estos últimos un rendimiento algo mayor a la par que asumimos un menor riesgo de tipos.
¿La Eurozona o los Estados Unidos?
Los diferentes problemas que amedrentaron a los inversores en 2022 siguen presentes, ya sean las tensiones geopolíticas, la crisis energética en Europa o la alta inflación a ambos lados del Atlántico. Estas nubes negras podrían disiparse lentamente a lo largo del año 2023, especialmente si la FED (la máxima autoridad monetaria de EE: UU) relaja su política monetaria. Pero ambas economías avanzan a distinto ritmo.
• La pregunta en lo que afecta a la zona euro no es si habrá o no recesión, sino cuánto tiempo durará. En opinión de nuestros analistas macroeconómicos, los números permanecerán en rojo hasta finales de marzo con un estancamiento que ponga la cifra del conjunto del año en torno al 0% (frente al 1,7% este año) y seguimos sin ser demasiado optimistas para 2024, año en la zona euro podría crecer un discreto 1%.
• La recesión -por breve que sea- y la crisis energética conducirán a caídas de los beneficios empresariales y, por tanto, no descartamos algunas sorpresas desagradables que, por desgracia, no se han integrado completamente en los precios de las acciones de la eurozona. Es decir, la valoración de las bolsas de la zona euro nos parece interesante (12 veces los beneficios esperados), pero los números rojos podrían seguir castigando a los inversores en el más corto plazo. Por tanto, invertir en acciones de la zona euro de forma general, no. Pero con mesura, eligiendo muy bien los valores concretos y viéndolos más por su valor a largo plazo que por lo que puedan hacer en los próximos meses, sí.
• Somos más optimistas para la economía estadounidense donde el escenario de aterrizaje suave es el más probable a nuestros ojos. Menos afectados por los altos precios energéticos al ser productores netos de materias energéticas, esperamos un crecimiento económico del 0,5% en 2023 y del 1,7% en 2024. Indicadores económicos recientes apuntan a que la inflación estadounidense pudo haber alcanzado ya su punto máximo y se encuentra a la baja. De confirmarse, los tipos de interés cesarían en sus subidas agresivas, lo que sería un bálsamo para la bolsa estadounidense que, a pesar de pagarse unas 18 veces, los beneficios esperados merece un hueco en toda cartera bien diversificada.
¿Y el dólar USD?
El dólar ha ido perdiendo terreno últimamente tras el anuncio de la FED de que sería menos vigorosa a la hora de subir nuevamente los tipos de interés oficiales, esto es el precio oficial del dinero. Para los próximos meses creemos que el euro podría recuperarse frente a un dólar que sigue todavía caro a pesar de la corrección de casi el 10% en los últimos tres meses. Pero la recuperación debe ser limitada. El hecho de que las perspectivas económicas sean menos buenas en la zona euro no aboga a favor de la corrección total. El dólar conserva su atractivo. Consulte de un vistazo las cotizaciones de las principales divisas mundiales.
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