"Cuando Francia estornuda, Europa se resfría." Esta frase, atribuida al canciller alemán Otto von Bismarck en el siglo XIX, vuelve a resonar con fuerza en los pasillos financieros del Viejo Continente. Francia, la segunda economía de la eurozona, se encuentra en una situación crítica que amenaza con desestabilizar no solo sus propios mercados, sino también los del resto de Europa. La convocatoria de un voto de confianza por parte del primer ministro François Bayrou - con escasas probabilidades de éxito - podría desembocar en un nuevo gobierno sin mayoría o en la disolución de la Asamblea Nacional. Este escenario abre un periodo de inestabilidad institucional que ya está afectando a la inversión, el consumo y la confianza de los mercados en el país vecino.
Pero el verdadero foco de preocupación es su elevada deuda pública. Francia ha superado el 113% del PIB, muy por encima del límite del pacto de estabilidad europeo. Mientras países como Italia, España o Portugal han recuperado la confianza de los mercados tras duras reformas fiscales, Francia ha acumulado déficits y ha perdido competitividad. Hoy, se financia a tipos más altos que sus vecinos del sur, lo que encarece su deuda y pone presión sobre los fondos europeos. Por ahora, no se contempla ningún impago, pero las tensiones políticas podrían hacer subir aún más los tipos franceses y afectar al mercado de deuda europeo. A medio y largo plazo, el impacto debería ser limitado. A corto, sin embargo, la volatilidad podría aumentar.
El peso del Estado en la economía francesa es excesivo: en 2024, el gasto público representó el 57 % del PIB. La presión fiscal es la más alta de la OCDE, y la falta de reformas estructurales agrava el problema. La OCDE recomienda medidas clásicas: reducción del gasto, reforma fiscal y estímulo al crecimiento. Pero en Francia, estas reformas se postergan por temor a la reacción social.
Para usted, como pequeño inversor, esta situación se traduce en un aumento del riesgo: mayor volatilidad en los mercados, especialmente en el sector financiero francés; posibilidad de contagio a otros países si los tipos de la deuda siguen subiendo; y una eventual intervención del FMI o el BCE que podría imponer reformas impopulares. A punto de convertirse en el gran enfermo de Europa, Francia ve cómo los inversores se alejan. Muy expuesto a la deuda, a la economía local y a las incertidumbres políticas, el sector financiero (13% de la Bolsa) sufre.
Ante una eventual crisis de este tipo en Europa, el inversor no debería perder los nervios y ceder al pánico vendedor. Vea nuestro análisis sobre qué hacer con los bancos y aseguradoras franceses tras el castigo sufrido en bolsa. La coyuntura actual invita a ser prudente y muy selectivo con sus inversiones. En OCU Inversiones encontrará los consejos para capear el temporal y salir airoso del envite.