Descubrimientos casuales
Cuando Pfizer ensayaba a mediados de los 90 su nuevo medicamento para la angina de pecho con el ánimo de hacerse con un bocado de un mercado muy competitivo que suponía globalmente unos 5.500 millones de dólares, descubrió entre los pacientes del grupo de prueba que no sólo era el corazón el órgano que respondía a su medicamento. Nacía la Viagra, un medicamento que no se lanzó finalmente para solucionar problemas cardiovasculares, sino como solución a la disfunción eréctil. Con ello consiguió ventas que llegaron a superar los 4.000 millones de dólares al año, todo un sueño respecto a las pretensiones originales de su investigación. Y es que algunos descubrimientos importantes a lo largo de la historia se han producido de la manera más casual, sin pretenderlo, mientras se estaba en la búsqueda de algo diferente. Es la llamada serendipia, que ha sido responsable de grandes hallazgos en el terreno científico, médico o a nivel tecnológico. Tal fue el caso de la penicilina en 1928, cuando Alexander Fleming buscando una cura para la sífilis notó que un moho había inhibido el crecimiento de bacterias en una placa Petri de su laboratorio; o el de los rayos X, el efecto placebo, los microondas, los superconductores, los post-its … todos ellos responden a historias de descubrimientos o inventos que surgieron de chiripa.
Fármacos contra la obesidad
Un caso que se suma a este largo listado es el descubrimiento por parte de la danesa
Novo Nordisk de que el aumento de la dosis del Ozempic – medicamento para luchar contra la diabetes – conducía a la pérdida de peso. Ejemplo que siguió la avispada
Eli Lilly con su Mounjaro. Un hallazgo que abre una vía de solución a un problema, el de la obesidad, que sufren o sufrirán millones de personas y que puede ser muy grave en caso de existir enfermedades asociadas. Un mercado que podría alcanzar los 100.000 millones de ventas anuales en 2030. Y que supone una luz de esperanza, no solo para los obesos, sino también para los que apuestan por la investigación, para las empresas y sus accionistas. Así, Novo Nordisk, que en tres años ha facturado unos 4.000 millones de euros, gracias a sus fármacos contra la obesidad (Wegovy y Saxenda) ha podido auparse como la empresa europea más valiosa tras triplicar su capitalización.
La serendipia juega a veces un papel esencial en estos avances, pero para descubrir algo de chiripa hay que estar ahí, investigando. De la misma forma para dar con las acciones que sean el próximo Novo Nordisk hay que estar ahí, invirtiendo, y además en aquellos sectores donde puedan producirse avances significativos que abran nuevos mercados. Si hace cuatro años no hubiésemos pensado así, nunca hubiésemos incluido a Novo Nordisk en nuestra cartera
Experto en acciones, uno de sus éxitos más jugosos en los últimos años. Ahora no faltan otras
farmacéuticas y
tecnológicas en ella. Puede verlas en la sección de estrategias de nuestra web.