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Caerse de las nubes
hace 2 años - lunes, 25 de enero de 2021
Las cotizaciones de algunas empresas andan por las nubes sin que el análisis de sus estados financieros responda a este comportamiento en Bolsa. Vea nuestra postura editorial.
Todavía son muchos los que tienen como pasatiempo favorito echar un vistazo a comienzos de año a las predicciones del horóscopo anual. Fantasear con lo que pasará en lo referente al trabajo, el amor, la salud o los futuros ingresos puede resultarles un aliciente para encarar los meses venideros. Pretender que estas predicciones den en la diana – más en un año como 2020, donde las predicciones de muchos viajes, trabajo en abundancia o buena salud se vieron trastocadas – es aspirar muy alto. No creemos que esté en la mente de nadie que todo eso se cumpla, pero tampoco es cuestión de cortar las alas a la imaginación. Porque fantasear también es bueno. Y fantasear parece que es lo que hacen las cotizaciones en las que se mueven algunas empresas. Es el caso de la cotización de Tesla, que que ronda los 850 dólares, cuando a mediados de noviembre de 2020 cotizaba a poco más de 400 y un año antes a 40 dólares. Una clara señal de que sus ventas van a toda máquina. Ahora bien, al precio que está vale tanto como BMW, Volkswagen, Toyota, Stellantis, General Motors, Honda... todas juntos, quién sabe si más; cuando Tesla sólo produce una pequeña fracción de los coches que se venden en el mundo. ¿No andará un poco sobrevalorada?
El de Tesla es un clásico ejemplo de que en bolsa cotizan las perspectivas, y muy elevadas como se ve en este caso. Pero si de perspectivas se trata, ya tuvimos una buena dosis de ellas en tiempos de la burbuja de la nueva economía o la de las punto com. Bien es sabido que entonces la cosa no acabó bien… Otro claro ejemplo de valores que suben como la espuma y del que no para de hacerse eco la prensa últimamente es el bitcoin. La Criptomoneda cruzó hace poco la barrera de los 33.000 euros, cuando un mes antes estaba en la mitad. Con esta escalada sin tregua es como si los inversores anduvieran con la cabeza en las nubes y no con los pies en la tierra. ¿Significa esto que los análisis de los estados financieros de las compañías habrán pasado a mejor vida a la hora de valorarlas? Por nuestra parte creemos que no es así, si bien a veces los mercados se empeñen en no reflejar la contabilidad de las empresas. Pero es este análisis tangible, a nuestro parecer, en el que se deben basar las decisiones de inversión. Es el que nos ha llevado, por ejemplo, a nosotros a apostar por mercados bursátiles baratos con potencial como el europeo o británico. Que luego esas apuestas no hayan sido premiadas en los mercados es otro cantar.
Claro que nos gustaría habernos beneficiado de esa estela de subidas, pero no podemos dar la espalda al análisis razonado. Porque las sorpresas están a la orden del día y en cualquier momento esos mercados y compañías que para nosotros están caros podrían sufrir un revés por parte de ese mismo mercado, que ahora les encumbra. Nosotros preferimos la prudencia antes que subir a las nubes, desde donde el batacazo puede ser de órdago.
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