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Nueva hoja de ruta
hace 2 años - lunes, 27 de abril de 2020
Con cada día de confinamiento de la economía se ha ido abriendo paso un peor escenario para el crecimiento global y para las previsiones de cada país.
En pocos días lo que antes considerábamos improbable se ha ido colando en el terreno de lo factible. Esto se ha traducido en una nueva revisión a la baja de nuestras estimaciones macroeconómicas. Así, en lugar del -2% del PIB que estimábamos para la economía mundial ahora prevemos un -5%. En nuestro país hemos pasado nada menos que del -5% al -10%. Otras estimaciones como las del Banco de España van incluso más allá: prevé una contracción de nuestro PIB de entre el 6,6% en el mejor de los casos y del 13,6% en el peor. Un comportamiento que no tiene precedentes a la par que la capacidad nociva de este virus. Aun así, nosotros nos mantenemos firmes en nuestro planteamiento para hacer frente a esta pandemia, que no es otro que mantener la cabeza fría respecto a las inversiones; ello, junto a una buena distribución de las mismas.
Ahora bien, mantener la calma no es sinónimo de “inacción” o “reacción” ante lo que pase en los mercados. A la elevada volatilidad que, desde hace semanas campa a sus anchas por los parqués de todo el mundo, se han sumado otros factores que nos han llevado a replantearnos la composición de nuestra estrategia de referencia. Una composición que hasta hace poco nos parecía adecuada hasta en el peor de los escenarios. ¿Qué ha cambiado en el tablero para llevarnos a dar este giro? Principalmente, debemos referirnos a los cambios en las condiciones de mercado de dos tipos de inversiones: las obligaciones y las acciones. En el caso de las primeras, lo más destacado es la presión a la que se está viendo sometido el mercado de deuda. Los inversores ahora exigen un mayor rendimiento para hacerse con la deuda soberana y los tipos de interés y la prima de riesgo han subido. Los ejemplos más destacados son las obligaciones españolas e italianas. Por ejemplo, los tipos de las españolas han pasado del entorno del 0,5% al 0,9% en el transcurso de un mes; y los de las italianas han subido desde el 1,3% a cerca del 2%. Esto significa que su rendimiento esperado es ahora mayor, haciendo que la inversión en renta fija sea ahora más atractiva. Justo lo contrario ocurre las acciones. Estas en las últimas semanas han experimentado un repunte, con lo que ahora están más caras y su rendimiento esperado vía crecimiento es menor. En definitiva, pierden atractivo.
Con estos ingredientes en la coctelera y para asumir un riesgo similar al que nuestra Cartera Global Flexible tenía en el pasado, hemos otorgado más peso a las obligaciones y reducido el de las acciones. Con ello, damos un toque más defensivo a nuestra estrategia de referencia para afrontar los retos de esta nueva realidad económica, que muestra nuevas caras a cada paso que da el virus. Por ahora confiamos en esta hoja de ruta para obtener un rendimiento del 5% anual medio a largo plazo.
Consulte la composición actual de la Cartera Global Flexible