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La acción del Estado
hace 4 años - martes, 11 de junio de 2019Para la OMC no hay duda, como consecuencia de la proliferación de las medidas proteccionistas – vea nuestro análisis sobre el amago de aranceles de Trump a México –, el comercio internacional se está desacelerando. En el mejor de los casos crecerá de forma pareja a la economía mundial, cuando en años de bonanza lo hacía dos veces más rápido que la actividad económica.
A estas medidas de defensa en el actual contexto de ralentización económica hay que añadir la capacidad de los Estados para influir en el devenir de las empresas. Sirva como ejemplo la decisión del ejecutivo francés de aplazar su voto en la operación de fusión entre Fiat Chrysler (FCA) y Renault, que dio al traste con la misma la semana pasada. El anuncio del simple aplazamiento provocó la inmediata caída del grupo automovilístico galo en la Bolsa de París, llegando a registrar en un día un descenso de casi un 6,5%. Por suerte, el varapalo bursátil de la acción, correcta a nuestros ojos, duró poco y esta recobró el ritmo al día siguiente. En el trasfondo de esta operación frustrada está la condición que el Estado francés, principal accionista de Renault y propietario del 15% de su capital, había puesto para que esta tuviera exitosa: que se mantuvieran los centros industriales y empleos en su país, así como tener representación en el Consejo resultante de la fusión. Una maniobra que no puede por menos que traernos a la memoria los tiempos en que los Estados ejercían su derecho de veto en las empresas privatizadas a través de las antiguas “acciones de oro”. En nuestro país tuvimos sonados casos como la no fusión entre Endesa e Iberdrola o la de esta última con Gas Natural, por citar un par de ejemplos. Durante años alzamos nuestra voz en defensa de los intereses de los inversores, menoscabados a nuestro juicio por esta intervención vs protección de los Estados.
Más allá de estas intervenciones puntuales de los Estados – que no vemos positivas ya que van en contra de los intereses del pequeño accionista –, lo cierto es que el dinamismo del comercio internacional se está debilitando. Estamos ante un nuevo entorno macroeconómico global, donde se comercia más con servicios que con productos; en el que se tiende a localizar los productos más cerca del consumidor y donde la mano de obra ya no es tan barata como antes. Con todo, encontrar países que crezcan a un ritmo del 10% y que se conviertan en la “fábrica del mundo” como lo ha sido China es complicado. Por eso, la estrategia inteligente pasa por la diversificación en distintos países. Eso sí, haciendo apuestas asumiendo un nivel de riesgo limitado como lo hacen nuestras carteras. Consulte su composición en nuestra web y sepa dónde invertir.