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El difícil arte de prever
hace 8 años - lunes, 7 de septiembre de 2015
Acertar en las previsiones económicas no es tarea fácil. Un par de pinceladas sobre este difícil empeño en el que estamos embarcados.
Para aquellos que en la Edad Media se aventuraban por los oscuros caminos de la adivinación y la nigromancia su futuro más predecible era las mazmorras de algún castillo o la hoguera. Afortunadamente con el paso del tiempo y el brillo de la razón, la esperanza de vida aumentó para aquellos que trataban de prever el futuro. Hace ya tiempo que las técnicas de previsión son consideradas una ciencia, aunque no de las más fiables. Desgraciadamente y pese a todas las herramientas que las nuevas tecnologías han puesto a disposición de los que trabajamos en ello, el futuro es siempre más terco que el pasado y por supuesto más más difícil de adivinar.
Ante los aciertos uno puede considerar que a fin de cuentas es su trabajo y ante los desaciertos siempre habrá alguien que alegue que el trabajo no ha sido bueno esgrimiendo la razón que explique la situación actual o apuntando al visionario que, sin que nadie le hiciera caso, predijo todo tal y cual finalmente ocurrió. Lo difícil es, antes de que acontezca, elegir de entre esos 1.000 indicios diferentes interpretados por 1.000 visionarios distintos, quién es el que tiene razón.
Algo que debe quedar claro para quien avance en un camino guiado por previsiones es que nunca se puede caminar por el camino de la certeza sino que, incluso cuando las previsiones están bien hechas y fundamentadas, avanzamos por el camino de lo razonable. Y no es que no se puede prever el futuro, sino que el futuro que puede preverse es un ancho camino en el que hay un rango de resultados, unos más probables y otros menos.
Nosotros tenemos que reconocerlo, no sabemos qué pasará la próxima semana, ni siquiera el próximo mes o año. Desconocemos si en Cataluña ganará las elecciones la candidatura Junts pel sí, si Grecia dejará de pagar su deuda con un nuevo Gobierno, si la Reserva Federal bajará tipos en EE.UU. la próxima semana o si China volverá a devaluar su moneda. De ahí que fallaremos con algunas de nuestras previsiones y, esperémoslo, acertaremos con muchas más.
Conscientes de ello, le animamos a que como inversor tenga en mente dos ideas básicas. Una, a las apuestas especulativas, en las que el rango de resultados posibles suele ser bastante más ancho que en el resto, nunca les dedique en su conjunto más del 5% de su patrimonio. Y dos, diversifique de forma que los eventuales fallos de algunas inversiones se vean compensados con los aciertos, teniendo para ello un plazo de inversión que permita tales equilibrios como marcan nuestras carteras modelo (vea los últimos cambios propuestos). Y es que si bien en un corto periodo todas ellas pueden tropezar, a su plazo establecido el rendimiento final medio será más que jugoso.
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