El tipo de la facilidad de depósito (el tipo de interés que el BCE aplica a los depósitos a un día que las entidades financieras pueden realizar en el BCE) se ha reducido así al 2,25%. Se trata de la 7ª reducción del coste del dinero, por un total de 1,75%, desde el inicio de la relajación monetaria en junio de 2024. Esta decisión se explica tanto por la buena como por la mala evolución de la economía europea.
Contención de la inflación
En el lado positivo, la inflación retrocedió al 2,2% en marzo. Los principales responsables de la política monetaria confían en que continúe la desinflación, ya que la evolución económica más reciente es favorable a esta tendencia. La voluntad europea de dar prioridad al diálogo en la guerra comercial y la ausencia de una reacción enérgica al aumento de los derechos de aduana estadounidenses hacen que no se tema una escalada arancelaria, que encarecería los productos importados en la zona euro. La guerra comercial también ha presionado a la baja el precio del petróleo, que desempeña un papel importante en la determinación de los precios. Por último, el euro ha subido con fuerza en las últimas semanas. Una vez más, esto es positivo para la inflación.
Incertidumbre económica
En el lado negativo, Christine Lagarde, presidenta del BCE, no ha ocultado su profunda preocupación por la evolución económica de la zona euro. La guerra comercial ha creado una incertidumbre excepcional, desfavorable para la actividad económica. Según los principales economistas europeos, es probable que el crecimiento del PIB en los próximos trimestres sea muy débil. Con la inflación camino de su objetivo oficial del 2%, el deterioro de las perspectivas económicas justifica una rápida relajación monetaria. Así pues, es probable que en junio se produzca un nuevo recorte de los tipos de interés oficiales.
En la práctica, las medidas y los discursos del BCE no han tenido gran repercusión en los mercados financieros. El euro simplemente detuvo (¿temporalmente?) su subida frente al dólar. Las bolsas europeas tampoco reaccionaron. Para los inversores, lo más importante no está ocurriendo en Fráncfort, en la sede del BCE, sino en Washington, en el Despacho Oval.
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