Análisis

Guerra comercial: golpe a la economía mundial

Vea nuestra postura editorial sobre los aranceles impuestos por Trump.

El anuncio de aranceles por parte de la Administración Trump no hace distinción entre países.

Publicado el  22 abril 2025
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Vea nuestra postura editorial sobre los aranceles impuestos por Trump.

El anuncio de aranceles por parte de la Administración Trump no hace distinción entre países.

La magnitud de los aranceles anunciados por Trump el pasado 2 de abril puso patas arriba a los mercados. Preocupa el impacto sobre la economía mundial y los beneficios de las empresas. ¿Qué hacer?

Aranceles para todos

Trump no ha hecho distinciones entre aliados y enemigos de Estados Unidos en su anuncio de aranceles. El alcance es global, yendo, por el momento, desde el 10% para los más afortunados al 145% en el caso de China. Una magnitud desproporcionada, resultado de un cálculo opaco, en el que Trump ha metido en un mismo saco todo lo que considera injusto: desde los aranceles propiamente dichos a supuestas manipulaciones de los tipos de cambio, barreras administrativas y sanitarias, o ciertos impuestos que a la administración Trump no gusta que se apliquen a sus productos, como el IVA europeo.
Con la guerra comercial no se sabe muy bien que va buscando Trump. Los cambios de opinión dejando en suspenso durante 90 días los gravámenes a excepción de China y algunos productos tecnológicos, despistan. Pero lo más probable es que busque aumentar los ingresos fiscales para reducir el déficit público y financiar su programa de recortes de impuestos. También le gustaría que las fábricas volvieran a Estados Unidos, lo que reduciría las importaciones y el déficit comercial, pero también los ingresos fiscales que busca. A no ser que la guerra comercial no sea más que una forma para negociar desde una posición de fuerza otras cuestiones, como el acceso de los productos estadounidenses a los mercados extranjeros o el valor del dólar, que Trump considera demasiado alto.

Toca negociar

¿Hasta qué punto pueden reducirse los aranceles mediante la negociación y sobre qué base? Solo Trump tiene la respuesta. Mientras los países pobres, indefensos, optan por prometer lealtad a Washington para obtener alivio, los desarrollados se afanan por iniciar negociaciones que se perfilan muy difíciles. Como el rechazo a la propuesta de la Unión Europea de su-primir aranceles a ambos lados del Atlántico. En el caso de China, la táctica ha sido la del contraataque a Trump, lo que ha provocado una escalada de los gravámenes: mientras Estados Unidos grava los productos chinos con aranceles del 145%, Pekín aplica el 125% a los productos yan-quis.
Una escalada generalizada de este tipo es el peor escenario posible, que sumiría a la economía mundial en una recesión. Pero aún no estamos ahí. El aplazamiento durante 90 de los aranceles, aunque sea un paso atrás y es bienvenido no borra todas las preocupaciones. Y sea cual sea el resultado de las negociaciones, el daño ya está hecho. La guerra comercial penalizará el crecimiento económico mundial.
 

Debilitamiento económico

El inicio de la guerra comercial ha creado un entorno de gran incertidumbre, lo cual es perjudicial para las empresas. A la espera de que se aclare la situación, estas han decidido aparcar la inversión a un lado. Por su parte, los hogares de los países objeto de los aranceles están preocupados por sus empleos, lo que está frenando el consumo. También en Estados Unidos está cambiando el comportamiento de los consumidores. Antes de la introducción efectiva de los derechos de aduana, se están apresurando a comprar productos que mañana serán inasequibles. Inevitablemente los nuevos impuestos provocarán un aumento de la inflación. Las primeras estimaciones cifran el coste de los aranceles anunciados por Trump el 2 de abril en 1.500 dólares para los hogares más pobres y hasta 21.000 dólares para los más ricos. El impuesto del 145% a los productos chinos, muchos de los cuales no son sustituibles en la actualidad, supondrá un enorme shock inflacionista. Con medidas de represalia contra los productos esta-dounidenses, las exportaciones de este país se resentirán a su vez, penalizando la producción y el empleo estadounidenses. En definitiva, unas sombrías perspectivas que preocupan a los inversores.
 

Los mercados se tambalean

En los días posteriores al 2 de abril, las bolsas sufrieron su mayor caída desde la crisis sanitaria de 2020. Algunos mercados asiáticos experimentaron incluso una corrección no vista desde la crisis asiática de 1997. Y el fuerte rebote tras el aplazamiento anunciado el 9 de abril no enjugó todas las pérdidas. Al principio, los inversores se refugiaron tradicionalmente en la renta fija, con la consiguiente caída de los tipos de interés de la deuda más fuerte, pero después no siempre fue así. Incluso el oro perdió parte de su atractivo para algunos inversores que, dada la gran incertidumbre actual, prefieren la liquidez a cualquier otro activo.

Qué estrategia adoptar

¿Deberíamos optar por una estrategia radical basada en las ventas? Creemos que no. Venderlo todo cuando los mercados financieros atraviesan turbulencias nunca es una buena solución. Sobre todo, porque, con un 60% en renta fija en nuestra estrategia equilibrada y un 85% para el inversor defensivo, nuestras carteras modelo ya incorporaban el riesgo de una guerra comercial y se adaptan a la situación actual.
Sin embargo, los inversores que deseen constituir hoy sus carteras no deben precipitarse en busca de gangas. Aunque pueden aprovechar los altos tipos de interés para aumentar el componente de renta fija, deberían entrar en los mercados bursátiles de forma muy gradual, invirtiendo poco a poco en los próximos meses. También deben ser plenamente conscientes de que una estrategia de inversión es a largo plazo, y que pueden tener que esperar varios años antes de recoger los frutos.