Análisis

Clases limpias de fondos de inversión

Invertir en fondos de inversión no es gratis. Los gastos inherentes a este producto, algunos explícitos y reconocibles y otros más difíciles de ver, son muchos.

Invertir en fondos de inversión no es gratis. Los gastos inherentes a este producto, algunos explícitos y reconocibles y otros más difíciles de ver, son muchos.

Publicado el  22 marzo 2023
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Invertir en fondos de inversión no es gratis. Los gastos inherentes a este producto, algunos explícitos y reconocibles y otros más difíciles de ver, son muchos.

Invertir en fondos de inversión no es gratis. Los gastos inherentes a este producto, algunos explícitos y reconocibles y otros más difíciles de ver, son muchos.

Cuidado: un mismo fondo puede tener varias clases con diferentes costes. De entre ellas, la clase limpia puede resultarle muy ventajosa. ¿Quiere saber más?

Clases limpias: pagar menos por lo mismo

A la hora de seleccionar un fondo de inversión no hay que perder de vista sus comisiones. A fin de cuentas, el gasto anual que tendremos que asumir con uno u otro fondo es lo único que a priori sabemos con certeza de cara al futuro. Y en el largo plazo se trata de un elemento diferencial, pues son muchos los euros en juego. Las clases limpias de los fondos, que vieron la luz gracias a la normativa Mifid II que entró en vigor en 2018, tienen aquí mucho que decir. ¿Por qué?

Comisiones, no solo para la gestora

Cuando usted como particular suscribe un fondo de inversión tiene que pagar una comisión a la gestora de dicho fondo. Pero ojo, en muchas ocasiones este dinero no va a parar en su totalidad a dicha gestora, sino que hay varios intermediarios que acaban cobrando por el camino. Estamos hablando de las conocidas como retrocesiones, esto es, la porción de la tarta que la gestora da a los comercializadores y asesores financieros por la distribución del fondo. La cantidad no es baladí, pues en la práctica estas retrocesiones suponen en torno al 50% de la comisión de gestión, lo que supone que los gestores del fondo apenas se quedan con la mitad de la tarta, yendo la otra mitad al distribuidor. Y el porcentaje se ha equilibrado a favor de la gestora, pues hace 20 años el distribuidor se quedaba con el 70%, y antes de la entrada en vigor de Mifid II con el 60%.

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