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Crecimiento global, ¿en peligro?
hace 2 años - lunes, 13 de septiembre de 2021
Con una actividad económica mundial boyante en los últimos meses y las bolsas en máximos históricos, quién diría que seguimos atravesando una pandemia. Pero lo cierto es que así es y hay ciertos nubarrones que no podemos obviar.
Qué amenaza la economía mundial
Uno de estos nubarrones tiene que ver con el dichoso virus. Su mutación supone ahora la mayor amenaza para la economía mundial. Las vacunas protegen, pero pierden eficacia contra las variantes, con lo que tendrán que seguir evolucionando. Esto descarta un rápido final de la pandemia, que probablemente, seguirá provocando restricciones especialmente en los países emergentes con menores tasas de vacunación que los desarrollados. Por suerte sabemos que las farmacéuticas están en condiciones de gestar con rapidez nuevas vacunas, lo que debería mitigar los riesgos.
Otro temor es que el grifo presupuestario, con el que muchas empresas lograron sobrevivir al parón de su actividad, se cierre y se lleve algunas por delante, haciendo mella también en los hogares más frágiles y rompa la recuperación económica. A nuestro parecer este miedo es exagerado, pues con la fuerte recuperación las empresas sanas se mantendrán a flote y el empleo se reavivará. Pero hay otra amenaza que planea sobre el consumo de los hogares y es la escalada de la inflación a niveles no vistos desde hace una década a uno y otro lado del Atlántico. Si la presión sobre los precios continuara, el consumo y dinamismo económico ralentizarían el paso. No creemos que estemos en ese punto. La subida de precios se debe a factores concretos, cuyo impacto creemos desaparecerá en próximos meses. Un ejemplo es el precio del petróleo que tras duplicarse en doce meses y tocar techo en julio ya comenzó el descenso. Lo mismo debería ocurrir con el precio de las mercancías, que esperamos se suavice en 2022.
Pero no sólo los consumidores sufren el aumento de los precios, la escasez de ciertos bienes de producción también quita el sueño a los empresarios. En concreto, la falta de semiconductores se ha convertido en un gran problema mundial. Ha generado el cierre temporal de plantas automovilísticas por falta de suministros, alargado plazos de entrega… O la escasez de la madera y su efecto en el sector manufacturero y de la construcción. Problemas que por sí solos no son suficientes para erosionar la recuperación mundial. A todos estos factores se unen las políticas monetarias de los bancos centrales que mantienen expectantes a los inversores. El último en hablar ha sido el BCE, que mantendrá los tipos bajos por más tiempo, pero dará un pequeño paso hacia la normalización, comprando deuda a un ritmo más lento. Nada que deba preocupar a los mercados con el de crecimiento del 5% que estima el organismo para este año y la inflación prevista para los próximos dos por debajo del 2%. En definitiva, sin perder de vista los peligros, la solución pasa por apostar por carteras diversificadas adecuadas a su perfil de inversor.