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Emergentes: ¿pies en polvorosa?
hace 4 años - lunes, 27 de agosto de 2018En la semana más cruda de la crisis turca, entre el 9 y el 16 de agosto, los inversores repatriaron cerca de 1.400 millones de dólares de los países emergentes. Al toque de corneta ordenando retirada, los más frioleros abandonaron las bolsas de estos países, especialmente China y Sudáfrica, y de forma más residual vendieron sus inversiones en renta fija. Ahora bien, ¿es momento para poner pies en polvorosa y salir pitando de los países emergentes?
Es cierto que la subida progresiva de los tipos de interés americanos era esperada y no ha cogido por sorpresa a nadie. Los países emergentes sabían de antemano que las condiciones de crédito que habían contribuido a su felicidad en los últimos años tocaban a su fin. Pero no podían imaginar los repetidos ataques de Estados Unidos al libre comercio. El comercio mundial es uno de los pilares del éxito de los países emergentes. En parte porque ha permitido el enriquecimiento de países como China y aumentado la demanda de materias primas de las que algunos de ellos son grandes productores. Pero sobre todo, porque el acceso a los mercados mundiales permite a estos países sacar provecho de sus ventajas competitivas. Así atraen no solo inversiones de empresas que quieren centrarse en sus respectivos mercados, sino también compañías que desean fabricar in situ productos que luego podrán vender en los mercados de todo el mundo. Sin libre comercio, las inversiones – y las economías – sufren. La actual aversión al riesgo y la huida hacia la calidad impulsan al dólar americano a niveles muy elevados. Ahora bien, un dólar caro pocas veces es una buena noticia para los emergentes, ya que dificulta – y encarece – la financiación de su deuda y las nuevas inversiones.
A esta difícil coyuntura se ha sumado la crisis turca (vea nuestro análisis al respecto), llevando a algunos inversores a replantearse sus inversiones más arriesgadas. En nuestra opinión, la apuesta por los países emergentes vale la pena. Aunque mejorable, la gobernanza de estos países ha mejorado indudablemente en la última década. Además, la deuda de los emergentes está actualmente mejor controlada, las cuentas públicas más saneadas y el recurso a la deuda en divisa extranjera menos extendida que en el pasado. A ello hay que añadir que las perspectivas de crecimiento de algunos de estos países son interesantes y el potencial enorme. Por su parte, unas divisas en la mayoría de los casos baratas ofrecen al inversor una buena oportunidad para poner un pie en estos atractivos mercados. Por consiguiente, aunque las turbulencias podrían continuar a corto plazo, seguimos apostando por los mercados emergentes a largo plazo, siempre eso sí bajo el paraguas de una adecuada diversificación como la de nuestras carteras globales.