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La lechera... eléctrica
hace 5 años - lunes, 2 de octubre de 2017
En el mundo empresarial sin duda es importante tener en cuenta las perspectivas de crecimiento en el largo plazo, pero también lo es mantener los pies en el suelo. Vea nuestro editorial.
Una conocida fábula del escritor alavés Samaniego cuenta la historia de una niña que vivía con sus padres en una granja. Una mañana la madre, con fiebre, le preguntó a la niña si podría ser ella quien llevase ese día la leche recién ordenada al mercado, y que a cambio podría quedarse con todo el dinero recaudado con su venta. La niña, contenta con la confianza depositada en ella, aceptó de buena gana.
Mientras iba de camino hacia el pueblo la niña comenzó a pensar en lo que haría con el dinero que iba a ganar, y decidió que lo invertiría en comprar huevos que al volver a la granja serían incubados por las gallinas. Al nacer los pollitos los intercambiaría por un lechón, que una vez criado y engordado podría a su vez cambiar por una pequeña ternera. Tan concentrada estaba pensando en todo el dinero que ganaría una vez la ternera comenzara a producir leche que tropezó con una piedra del camino, con tan mala suerte que se cayó y el cántaro de leche se rompió.
Las fábulas se escriben con una finalidad ética o didáctica. En esta historia la moraleja es que hay que vivir atentamente el presente con los pies en el suelo y no hacer castillos en el aire. “El cuento de la lechera” se escribió hace más de 200 años, pero no parece haber perdido un ápice de actualidad. Es inevitable acordarse de él por ejemplo al analizar el sector del coche eléctrico.
Los eléctricos no contaminan, no hacen ruido, son modernos y han llegado para quedarse. Pero son todavía caros y poco funcionales debido a la escasa autonomía de las baterías sin las cuales no pueden funcionar. El desarrollo tecnológico irá cambiando las tornas, pero a día de hoy sin subvenciones públicas no pueden competir con los de combustión.
El fabricante norteamericano Tesla (vender) ofrece coches innovadores y de calidad, pero la compañía nunca ha repartido dividendos entre sus accionistas ya que nunca ha registrado beneficio alguno desde que se creó en 2003. Es cierto que sus ventas crecen rápidamente, y el año pasado consiguió vender 23.000 vehículos en el mercado estadounidense.
Muy lejos sin embargo de los casi 2 millones de GM o los 1,7 millones de Ford. Pero Tesla ya ha superado por valor en Bolsa a estas dos compañías centenarias, y no se encuentra muy lejos de alcanzar en valor bursátil a la alemana BMW (comprar), una compañía financieramente sólida que cuenta con una extensa red comercial. La empresa germana fabrica y comercializa vehículos – también eléctricos – en todo el mundo y su acción ofrece hoy, no el día de mañana, una rentabilidad por dividendo cercana al 4%.
¿A qué inversor, al de Tesla o al de BMW, identificaría usted más con la niña de la fábula?
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