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Inversión en acciones: ¿el tamaño importa?
hace 5 años - lunes, 10 de julio de 2017
A la hora de invertir en acciones, ¿es mejor optar por las grandes empresas o las pequeñas son más rentables?
¿Existe un tamaño de empresa óptimo, p.ej. en términos de ventas o de valor bursátil, para un inversor? ¿Hay que apostar por una joven “promesa” con un futuro prometedor o es mejor decantarse por una compañía madura, como las que componen los grandes índices bursátiles americanos o europeos? No hay una verdad absoluta en este tema. Si es demasiado pequeña o especializada, una empresa puede sufrir ante los vaivenes de la coyuntura económica. Pero si es demasiado grande o diversificada, puede caer en una creciente complejidad que penalice su rentabilidad o una creatividad en declive que ralentice su crecimiento. En cualquier caso, la competitividad de la economía global y los avances tecnológicos demandan de las empresas una mayor adaptación ante los cambios que antaño.
El inversor puede optar entonces por descartar tanto unas como otras y centrarse en las empresas de tamaño mediano. Pero tampoco aquí la elección es fácil: antes de nada, hay que ponerse de acuerdo sobre este concepto variable, sensible al sector y a la geografía. Y una vez identificadas, ¿en qué medida, estas “mid-caps” no pueden envejecer demasiado rápido o caer en el clásico error de una adquisición demasiado cara? No olvidemos que la Bolsa dirige siempre su mirada al futuro, mucho más que al pasado. Otros inversores se ven tentados por una estrategia más sutil. Al inicio de la fase de recuperación económica, dan prioridad a los pequeños valores, más arriesgados y mejor preparados para beneficiarse de una mejora de la coyuntura. Por el contrario, si la economía se ralentiza y los tipos de interés se reducen, optan por las grandes compañías, más robustas y más dispuestas a recurrir a la recompra de acciones propias con el fin de impulsar al alza la cotización. Ahora bien, anticiparse a los ciclos económicos no es algo sencillo, sobre todo a la hora de derrotar al consenso del mercado, lo que es crucial en esta estrategia inversora.
En 1981, un investigador suizo, Rolf Banz, « descubrió” que las empresas de pequeña capitalización ofrecían mayor rendimiento que las grandes. Pero desde entonces el efecto se ha frenado progresivamente y esta afirmación solo es cierto con una minoría de acciones con características muy precisas (valoración, calidad de los fundamentales…). Consideradas individualmente, estas compañías se exponen a su mayor defecto: la fragilidad ante las incertidumbres del entorno y están pensadas por tanto para los inversores más osados. Colectivamente, a través de fondos, no tienen realmente interés más que a nivel regional o mundial, siempre y cuando se realice una selección muy precisa, muy difícil por tanto para el pequeño inversor. Con ello, se pierde sin embargo flexibilidad geográfica (apostar por un país en concreto), una de las principales bazas a favor de las carteras bien diversificadas. Como ve, la cuadratura del círculo…
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