- Sala de prensa
- Innovación financiera...¿útil?
Noticias
Notas de prensa
Innovación financiera...¿útil?
hace 6 años - lunes, 24 de julio de 2017
Con los dedos de la mano se pueden contar las contribuciones positivas de la innovación financiera para los consumidores.
Hace unos cuantos años Paul Volcker, el que fuera presidente de la Reserva Federal estadounidense durante los mandatos de Carter y Reagan, afirmó que “la única cosa útil que han inventado los bancos en las últimas décadas es el cajero automático. Un avance más meritorio en el campo de la mecánica que en el de las finanzas”. Con ello ponía en evidencia al sector financiero por la poca utilidad social de las innovaciones promovidas. ¿Tenía razón?
Sin lugar a dudas, la innovación es uno de los principales motores de crecimiento económico. A largo plazo ha quedado demostrado que aquellos países que se vuelcan en promover de forma óptima la innovación se ven recompensados por lo general con unas mayores tasas de crecimiento. El sector financiero que, justo antes de la crisis, aportaba al PIB estadounidense 3 veces más que en 1950 ¿podría ser prueba de ello?
No, si hacemos caso a Volcker. Las verdaderas razones que han impulsado al sector han sido una expansión desaforada del crédito y el auge de la gestión de activos. Y no es que el sector no haya contado con espíritus emprendedores, ni estuviera carente de los cerebros más granados de las universidades, sino que todo esos ingentes recursos humanos y económicos los ha destinado a idear productos muy complejos con los que sacar tajada del mercado en lugar de destinarlos a avances que supusieran cubrir necesidades del inversor de a pie. Por desgracia, son numerosos los ejemplos que podemos citar: desde el empaquetamiento de las hipotecas basura bajo la forma de bonos bien calificados por las agencias de rating para blanquear su riesgo (crisis subprime), pasando por el trading de alta frecuencia, las sociedades offshore en paraísos fiscales, o atacando directamente el bolsillo del inversor de a pie… las participaciones preferentes, o los depósitos estructurados. Cuanto más complicado el engendro, más se han beneficiado ellos y menos la sociedad en su conjunto, esos mismo bancos que han cargado con abultadas facturas a la sociedad cuando sus inventos se han torcido.
Con los dedos de la mano se pueden contar sus contribuciones positivas, como pudiera ser la democratización de la gestión de activos por medio de los fondos de inversión y ETF – que han permitido al inversor de a pie acceder a distintos mercados con costes razonables –, o el desarrollo de las fintech, esas aplicaciones para móviles y tabletas destinadas a facilitarnos la gestión de nuestra finanzas personales, los pagos entre particulares o la elección de inversiones por medio de un robot. Avances que, siempre y cuando estén debidamente regulados y pensados en beneficio del pequeño inversor/ ahorrador, pueden contribuir a hacernos la vida más fácil… al igual que en su día hicieron los cajeros automáticos.
También le puede interesar: