La Reserva Federal estadounidense mantuvo sin cambios sus tipos de interés oficiales y las Bolsas de todo el mundo se echaron las manos a la cabeza. ¿Con razón?
La decisión de la presidenta de la Fed (el banco central estadounidense), Janet Yellen, de posponer la esperada subida de tipos no ha sentado nada bien a las Bolsas mundiales. Las explicaciones dadas no han convencido a los inversores que han optado por las ventas. Ya tenemos un culpable de los últimos recortes perfectamente identificado: la Sra. Yellen.
Lo más sencillo es culpar siempre a alguien. ¿Por qué no echar más leña en los mercados y evitar así las caídas?, se preguntan muchos inversores. Pero ni es tan sencillo tener a los mercados siempre anestesiados, ni es sano. La subida de tipos encarece los créditos de familias y empresas y dificulta la recuperación económica, ¿es por tanto una buena medida? ¿Es tan sólida la economía norteamericana como aparenta? Las dudas vuelven a minar la confianza de los inversores en las autoridades monetarias y no nos extraña, aunque en nuestro caso sea por razones totalmente diferentes.
Las políticas monetarias laxas de los últimos años (desde 2008 no se tocan los tipos oficiales en EE.UU.) han atrapado a la economía mundial en una realidad artificial de tipos de interés mínimos. La tremenda liquidez inyectada a los mercados ha servido para tapar agujeros de todo tipo. Desde políticas expansivas de dudoso efecto real, a tremendos agujeros como los provocados por Lehman Borthers o los productos bancarios tóxicos en Europa. Pero sobre todo ha servido para “calentar” las cotizaciones, especialmente en la Bolsa norteamericana que se ha triplicado desde que los tipos se mantienen intocables.
Los recortes de tipos han dejado de ser un instrumento anticrisis. En 2008, la Fed redujo el precio del dinero y puso en marcha programas de estímulo económico para poner coto al desastre originado por las hipotecas "basura". Anteriormente también lo había hecho en la crisis de las "puntocom" y tras los atentados del 11-S. Lo lógico es que el banco central comience a subir los tipos cuando la economía se ha recuperado y sea lo suficientemente fuerte. Por eso, pese al endurecimiento de las condiciones de financiación, la Bolsa continúa subiendo pese al alza del precio del dinero como en la época de los 70 o a finales de los 90.
Que las Bolsas suban o bajen no dependen solo de las decisiones que tomen los bancos centrales. Con ganancias acumuladas tan importantes en los últimos años, a nosotros no nos extrañaría que se produjeran nuevos recortes en las Bolsas, sobre todo en EE.UU. De ahí que hayamos reducido el peso de las acciones norteamericanas en nuestras carteras modelo. Diversificar adecuadamente nuestras inversiones entre acciones y renta fija y con miras a largo plazo es la mejor forma de evitar las turbulencias de los mercados.
También puede interesarle: