Entidades de Capital Riesgo ¿ha llegado el momento?
En verano es habitual que se reduzca la negociación bursátil y los precios puedan fluctuar más de lo normal, incluso con escasos volú-menes de negociación
En verano es habitual que se reduzca la negociación bursátil y los precios puedan fluctuar más de lo normal, incluso con escasos volú-menes de negociación
España es principalmente un país de pymes (95% del total de las empresas), necesitadas de financiación, especialmente en el caso de aquellas que desarrollan su actividad en sectores innovadores como el de las energías renovables, el sanitario, Fintech… (95% de las empresas). Un buen caldo de cultivo para la entrada de inversores que buscan invertir en este tipo de compañías no cotizadas y con un alto potencial de crecimiento. Estos fondos se conocen como Entidades de capital riesgo (ECR). Pero ¿quiere saber si son rentables o si usted podría sumarse a este carro? Se lo explicamos.
El capital riesgo es una forma de inversión en empresas en la que estos inversores proporcionan capital, bien a cambio de una participación en su propiedad, bien en una posible participación en sus beneficios o bien prestandoles dinero (deuda). Lo especial de este tipo de inversiones vinculadas al concepto de “activos alternativos” es que, al menos en teoría, son inversiones que están correlacionadas con el plan de negocio de las compañías en las que invierten y no tanto con la marcha de los mercados financieros (bursátiles, de obligaciones…).
• Para entender a dónde va a parar este dinero, debemos tener claro que estos fondos tienen como objetivo invertir en empresas que se encuentran en etapas tempranas o en crecimiento, con un alto potencial y rentabilidad, pero que a menudo no tienen acceso a financiación. Así, podemos diferenciar entre tres tipos de inversiones en capital riesgo:
– Seed Capital: los inversores adquieren una parte del capital de la sociedad que se encuentra en sus primeras fases de vida (p.ej. desarrollando el producto o servicio o su modelo de negocio).
– Venture Capital: se aporta capital a startups con alto potencial de crecimiento a cambio de un porcentaje de las mismas.
– Private Equity: se adquieren participaciones minoritarias en empresas ya más maduras que buscan financiación para planes de reestructuración y de expansión.
El capital riesgo en España ha experimentado un sólido crecimiento del +20% anual medio en los últimos seis años, que solamente se ha visto frenado por la pandemia. Un crecimiento que se debe tanto al aumento de las cantidades desembolsadas por operación, como al incremento del número de operaciones realizadas. Según la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (ASCRI), en 2022 marcó un récord de 8.735 millones de euros invertidos y casi mil operaciones, siendo un 16% superior al año anterior (7.494 millones de euros). La inversión media por operación este último año ha sido poco más de 9 millones de euros, siendo un 16,3% mayor al 2021 (8 millones de euros), y con un crecimiento anual medio del 12% en los últimos años.
• Es importante saber dónde va a parar el dinero de las ECR. De ahí que hayamos querido averiguar cómo están compuestas las carteras de la mayoría de los fondos de capital riesgo en España. Un trabajo ímprobo, máxime dada la opacidad de la que hacen gala las ECR entre los no incorporados a estos proyectos, por lo que hemos echado mano del in-forme al respecto hecho por Ernest & Young (E&Y) con la colaboración de SPAINCAP (asociación que agrupa a las entidades de Venture Capital & Private Equity en España). Este informe analiza, de fuente directa, la evolución de las ECR en los últimos 15 años. Según este, la mayoría invierte en empresas del sector biotecnológico, seguido muy cerca por el industrial, y ya en un tercer escalón estarían el agrícola, la hostelería y el tecnológico. Siendo más del 90% de estas inversiones en pequeñas y medianas empresas.
Toda inversión que aborde este ámbito debe plantearse con un horizonte de largo plazo de entre 10 y 12 años, que incluso puede alargarse dependiendo del tipo de inversión.
• Es una inversión ilíquida ya que, al ser empresas que no cotizan, las participaciones no se pueden vender hasta que haya un comprador interesado. Y en caso de invertir en deuda de estas empresas, se debe esperar a su vencimiento.
• Los negocios en los que invierten, al ser empresas de nueva creación o poco consolidadas, son inversiones de alto riesgo.
• Tratándose de proyectos que requieren de grandes cantidades de dinero, la inversión mínima va por la misma senda. El capital mínimo legal por inversor estaba fijado en 100.000 euros. Algo que fue enmendado en septiembre pasado por la Ley “Crea y Crece”, dirigida a facilitar la creación de empresas e impulsar entre particulares la inversión en ellas desde 10.000 euros. Eso sí, siempre y cuando se cumplan dos requisitos: que se trate de un inversor minorista asesorado por un intermediario acreditado de manera personalizada, y que, sin que su patrimonio financiero supere los 500.000 euros, la inversión no represente más del 10% del mismo.
Hasta ahora, las ECR se caracterizan por no ser precisamente baratas. Las comisiones que cargan son de dos tipos:
• De gestión: es una comisión que se carga anualmente al fondo para retribuir al equipo gestor, que habitualmente es muy especializado, y que en estas ECR es más bien alta ya que oscila entre el 1% y 3%, pero no es raro que pueda llegar al 5% anual.
• De éxito: se carga como recompensa al equipo gestor y va ligada al rendimiento una vez se liquida el fondo. Suele fijarse en lo que excede a un cierto rendimiento, p.ej. lo que supere el 4%, y suele ir desde el 10% al 20%.
• En el caso de fondos que invierten en estas ECR puede producirse una duplicidad de comisiones pues a las anteriores cargadas por la ECR hay que sumar las del fondo que finalmente compra el partícipe.

Si usted invierte en un fondo de inversión o ETF podrá ver la evolución, prácticamente a diario, del valor de su inver-sión en forma de un valor liquidativo calculado simplemente como suma del valor de las inversiones del fondo (acciones, obligaciones…) y la división entre los partícipes alícuotamente de este. En cambio, una ECR también cuenta con su NAV (Valor Neto de Activos, por sus siglas en inglés). Pero al contar esta con sociedades y valores no cotizados en mercado alguno es el gestor quien calcula su valor , basándose en análisis comparativos de empresas similares, descuentos de flujos de caja futuros, tasaciones de sus activos… Así, cuando un inversor se suma a una ECR no puede saber a ciencia cierta si el valor que paga por la misma es el que podría conseguir por una inversión similar cotizada o si luego la evolución del NAV es justo. Debe fiarse de los cálculos de los gestores.
• Esta valoración por cálculos estimativos supone que usted debe dar por bueno el precio de entrada y que no puede aprovechar tampoco de la volatilidad del mercado que puede poner oportunidades de compra en sus caídas. P.ej. si usted invierte en residencias de estudiantes a través de una sociedad cotizada como Xior, podría comprarla ahora a mitad de precio de lo que le hubiera costado hace un año. Sin embargo, sus tasaciones por acción prácticamente no han caído y si, en lugar de tener la forma de una sociedad cotizada, tuviese la de una ECR, probablemente el precio NAV al que debiera entrar ahora tampoco.

El mundo de las ECR, al menos por el momento, se ha caracterizado por su opacidad. Además, la propia naturaleza del negocio hace que las valoraciones presentadas no respondan a la lógica del mercado sino a tasaciones teóricas en función de un plan de negocios, por lo que los rendimientos -salvo en los llegados a su vencimiento- deben tomarse con cierta precaución. Partiendo de estas premisas y analizada la información que voluntariamente ofrecen las asociaciones que las agrupa o informes como el de E&Y podemos afirmar que los rendimientos han sido muy meritorios.
• En la tabla II comparamos los rendimientos de la media de las ECR con la media de los fondos inversión. Ahora bien, teniendo en cuenta el mercado en el que invierten las ECR, habría que compararlos más bien con fondos growth o de empresas en desarrollo como p.ej. el Groupama Avenir Euro que en ese periodo de 2006 a 2021 obtuvo un +11,4% anual medio, o en 2021 un +33%.
Las ECR son un producto interesante para aquel que sepa donde se mete, es decir que aspire a elevados rendimientos en el largo plazo sin tocar su dinero mientras tanto y asumiendo un riesgo del mismo calibre, ya que es posible saldar la inversión con pérdidas incluso tras el final del plazo previsto. Ahora bien, las ECR dirigidas a pequeños inversores es un mercado todavía muy verde en el que no hemos encontrado productos que podamos recomendarle.