Anticiparse al futuro
En inversiones, como en cualquier ámbito de nuestra vida, nos sería de mucha utilidad contar con una bola de cristal para ver con claridad lo que está por llegar y así poder tomar las decisiones más acertadas en cada situación. A falta de tal ayuda hay quien se pasa el tiempo pensando en el futuro, intentando anticipar lo que pudiera pasar. Eso, por el lado de ser precavidos y estar preparados para lo peor llegado el caso, puede tener su utilidad. Como también la tiene el análisis fundamentado de los distintos escenarios que pudieran darse. Pero a veces tal anticipación tan solo nos hace experimentar sensaciones negativas y sufrir por lo que no ha ocurrido aún y que además puede que nunca suceda. Viene a ser algo como lo que ocurre en los mercados cuando se produce cualquier suceso que crea inestabilidad. Ejemplos no faltan. Uno bien reciente es la aparición de la variante ómicron. Aún se desconoce el alcance que tendrá, pero es tal la incertidumbre que ha añadido a la marcha de la economía que, no solo ha provocado la reacción de las bolsas, sino que ha dado al traste con la confianza de los hogares españoles en la situación presente. Y no se ha quedado ahí, pues los hogares ya temen (anticipan) que haya un fuerte deterioro económico en los próximos meses. Habrá que esperar para verlo, pero el miedo es libre y ante eso hay poco que hacer.
Oportunidades en el presente
En lugar de aferrarse a los miedos, nos parece que es más productivo centrarse en el presente para no perder la perspectiva y dejar a un lado los temores o
cisnes negros que pudieran llegar. A estas alturas del año ya estamos en época de pronósticos de cara al 2022 y resulta difícil aislarse y obviar lo que vaticinan unos y otros que pasará con la economía en meses venideros. Pero no está mal que hagamos ese ejercicio y pongamos el foco en el presente, con calma y sin miedos. Esto nos ayudará a no dejar pasar por alto las oportunidades que ofrecen aquellos mercados con buenas perspectivas de futuro. Porque apegarse al presente no está en absoluto reñido con planificar a largo plazo, tal como hacen nuestras carteras, pensadas para dar sus mejores frutos en tal horizonte. Así, por ejemplo, hará bien en fijarse en inversiones como las
acciones chinas incluidas en algunas de nuestras
estrategias globales. Un país que crece ahora a menor ritmo, pero cuyo crecimiento es envidiable frente al de otras economías, que ha tenido que enfrentar problemas en el sector inmobiliario (crisis de Evergrande), que impone restricciones a las empresas tecnológicas... Pero claro si nos aferrásemos a las curvas del corto plazo – las acciones chinas caen un 10% en el último año –, nos haría reconsiderar ciertas inversiones y por ende pasar de largo oportunidades.
En definitiva, proyectarse en el futuro, solo focalizándonos en lo malo que pudiera pasar, obviando los factores positivos también presentes en el mercado en el momento actual solo puede llevarnos a perder más de un tren en favor de lograr rendimientos en el futuro.