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El día de la marmota. Postura editorial
hace 2 años - lunes, 15 de febrero de 2021
A veces tenemos la sensación de que los ahorradores y pequeños inversores viven constantemente en el “día de la marmota”. Al estilo de lo que le ocurría a Bill Murray en aquella comedia de los años 90, en la que su protagonista revivía una y otra vez el mismo día desagradable.
Aunque la democratización de las finanzas ya lleve dos décadas de rodaje, parece que la realidad se empeña en seguir reproduciendo determinados comportamientos en la industria financiera. Cierto es que los ahorradores, incluso los más modestos, cuentan ahora con una oferta más rica y competitiva, que les permite diversificar mejor sus carteras. La revolución digital, con Internet a la cabeza, ha desempeñado un papel fundamental en este sentido al poner a su alcance un mayor volumen de información existente. Ahora bien, el quid de la cuestión sigue siendo cómo encontrar el camino en esta jungla financiera a menudo impenetrable.
El inversor, en especial aquel que carece de conocimientos financieros específicos, puede ser aquel que se meta en inversiones que no comprenda. Parte de la culpa recae en la falta de transparencia por parte de los proveedores de estos servicios, pero también en el ambiente enrarecido donde hacer inversiones que no sean a tipo fijo supone un reto para aquellos que las diseñan. Distintos informes dan cuenta de esta situación. Uno de ellos es el que publicó en diciembre del año pasado Better Finance, la Federación Europea de Inversores y Usuarios de Servicios Financieros, sobre “robo-advice” (robot asesores). Esta organización, tras analizar cómo se enfrentaban los inversores a los “robo advisor” concluyó que no contaban con información suficiente para entender qué había detrás; pese a que en España, por ejemplo, hemos visto que sí han conseguido buenas rentabilidades. En esta falta de informa-ción también incide otro estudio que aca-ba de publicar una asociación británica del sector. En concreto hace alusión a la insuficiente información que proporcionan los gestores de fondos acerca de los objetivos perseguidos, los riesgos en los que incurre el inversor y los datos sociales y medioambientales de sus productos.
¿Por qué se repite esto una y otra vez? Mucho nos tenemos que la transparencia ocupa el último lugar en el proceso de democratización de las finanzas. Eso, o también que la industria financiera se empeña todavía en mantener cierto secretismo en torno a su negocio con el fin de garantizar sus ingresos. Una hábil treta comercial que, unida a la sofisticación de algunos productos, pone trabas al inversor para entender bien los productos y establecer comparaciones reales. Cuando lo ideal es que haya una combinación de información rigurosa y sana divulgación de los conceptos; forma de proceder que guía los análisis y consejos de OCU Inver-siones, yendo en contra de los que se empeñan en hacerle vivir una y otra vez el día de la marmota.