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La ley de la atracción. Nuestra postura editorial
hace 2 años - lunes, 4 de enero de 2021
Habitualmente nos gusta empezar el año evocando nuestros buenos deseos para el año entrante. Como si al hacerlo una poderosa fuerza oculta fuese a ayudar a que se materializasen. Ley de la atracción lo llaman, ¿no?
Nuestro mayor deseo este año es que la crisis sanitaria más pronto que tarde empiece a remitir, que no tengamos que seguir viviendo nuevas olas del coronavirus; y que las vacunas tengan también por extensión su efecto positivo sobre la economía y, sobre todo, sobre su bolsillo. Este tiene por delante ser el año del inicio de la “reconstrucción”, si las cosas evolucionan como debieran.
Pero volviendo al tema de los deseos, no está mal hacer repaso en estas fechas de lo que sí serían sorpresas positivas. Es el caso de las comisiones que tiene que soportar el cliente de las entidades financieras, a quien pretenden cargar los problemas estructurales que aquejan al sector. En 2020 varias entidades emprendieron una huida hacia delante en el cobro de comisiones hasta por utilizar determinados servicios en ventanilla; solo eximiendo de tales pagos a cambio del cumplimiento de no pocos requisitos. Y eso, que dichas alzas no vienen de la mano de una mejora en la calidad o el servicio, simplemente se trata de pagar más por lo mismo. Más de lo que se pagaba antes y más de lo que se paga en otras entidades por servicios similares. Un alto en este camino sería más que bien recibido, y en no pocos casos de justicia.
En temas de fiscalidad un deseo que sigue resistiéndose a cumplirse es el de la neutralidad fiscal del ahorro y especialmente en lo que afecta a la transmisión del patrimonio familiar a los descendientes. En función del territorio autonómico donde usted resida puede ser objeto de un leve zarpazo, o ser objeto de una confiscación manifiestamente injusta. Nuestros políticos andan a la greña con este asunto por lo que muchos nos tememos que nada se avance en este sentido, pero qué buena noticia sería que alcanzaran un acuerdo para homologar este impuesto a la muerte… por supuesto a la baja.
Y cómo no preocuparnos, en estos momentos de crisis, de la seguridad de los intermediarios, bancos y compañías de seguros a los que confiamos nuestro patrimonio. Nuestro deseo es que no se produzca ninguna insolvencia en 2021, pero también nos gustaría que, por si las moscas, se fortaleciera la protección allí donde ahora es más débil. En los seguros de ahorro, para los que no hay más garan-tía que la emanada de la propia aseguradora. Nuestro deseo es que se proteja con un fondo de garantía que, al estilo del paraguas del Fondo de Garantía de Depósitos, cubra al menos con 100.000 euros por titular en caso de insolvencia de la aseguradora.
La ilusión no nos falta, por lo que seguiremos insistiendo allí donde pueda oírse nuestra voz con estas peticiones. A ver si a fuerza de pedirlo año tras año de una vez se cumplen Mientras tanto seguiremos vigilando el mercado indicándole las entidades y productos más convenientes para su bolsillo.