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El respaldo de estar preparado
hace 3 años - lunes, 2 de marzo de 2020
Colas en los supermercados, calles casi desiertas y escasez de alimentos en algunos establecimientos. Son los efectos del pánico que hemos visto estos días ante la propagación del coronavirus en la vecina Italia.
Esperemos que este miedo no recale también en España. A su vez, los nervios a flor de piel de los inversores han hecho mella en las Bolsas, que han iniciado un ruidoso descenso. Nada raro por otra parte, cuando se producen hechos como catástrofes naturales, el Brexit, la guerra de aranceles u otras crisis sanitarias pasadas.
El problema viene cuando el miedo se hace con el control y la histeria colectiva lleva a la población, en este caso a los inversores, a tomar una vez más decisiones irracionales. Y es que parafraseando al periodista Lorenzo Milá parece que “se extiende más el alarmismo que los datos”. Es entonces cuando las ansias de vender se apoderan de algunos inversores, sin pararse a meditar los indicadores macroeconómicos y las perspectivas de sus inversiones desde la óptica del largo plazo. Y sin reparar en el coste que puede acarrearles este miedo. Porque en su afán por mantener a salvo su patrimonio pueden perderse por el camino un posible rebote, que puede llegar tan sorpresivamente como la caída. Una vez más aparece aquí la visión cortoplacista en lugar del horizonte lejano en el tiempo que debe regir sus decisiones inversoras. No podemos aventurarnos a hablar de cuál será el alcance y desarrollo del COVID-19, pero sí tenemos la responsabilidad de insistir en un mensaje de normalidad y calma en cuanto a sus inversiones; prudencia y calma a partes iguales. Claro que este virus está incidiendo en determinados sectores y empresas, que tendrán que asumir su impacto en su cuenta de resultados a final de año. Como lo hará probablemente en el crecimiento global. Ahora bien, también está dando sus alegrías a quienes buscaron cobijo en el oro, inversión que puede mantener. Pero no debe olvidarse de una baza que tiene para luchar contra este brote u otro evento desconocido: la de estar preparado con una cartera sólida y diversificada. Tal como hacen nuestras estrategias globales, que calibran los riesgos, limitan los pesos de las inversiones, tienen en cuenta los datos macro y los análisis individuales de las empresas. Porque es el conjunto de estos y otros factores los que permiten tomar decisiones. Con más o menos margen de error, claro que sí, pero fundamentadas.
La economía no es ajena a los eventos que puedan acaecer en ningún ámbito, como tampoco lo son nuestras carteras y seguramente veremos más caídas en las Bolsas a cuenta de esta crisis sanitaria. Pero no por ello se lance a las ventas precipitadas o tenga prisa por comprometer su liquidez antes de tiempo. Oportunidades surgirán, téngalo por seguro. Y de ellas le iremos dando buena cuenta en nuestros consejos para que no se le escape ninguna ocasión de sacar partido a su patrimonio.