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La razón en horas bajas
hace 3 años - martes, 10 de diciembre de 2019La fuerza de la tradición y la emoción se apodera de nosotros y de poco sirve que las matemáticas traten de poner las cosas en su sitio. Y es que sólo el 0,001% de los que juegan tienen la suerte de que les toque el Gordo. Lógico, pues nada menos que 100.000 bolas en el bombo luchan por un único premio… Pero no por ello decaen las ganar de probar fortuna. Según Anapal (Agrupación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administradores de Loterías) para este próximo sorteo del 22 de diciembre se esperan recaudar más de 2.900 millones de euros, una cifra que es un 3% superior a la embolsada el año anterior. Es decir, alrededor de 7 de cada 10 españoles juegan a la Lotería de Navidad, tal como muestra un estudio realizado en 2018 por la Universidad Carlos III de Madrid sobre la percepción social del juego de azar.
Raciocinio es lo que también les falta a algunos inversores que hacen sus apuestas en bolsa como si de un juego de azar se tratase. Esperan dar con la gallina de los huevos de oro, que suba como la espuma. Ello sin reparar en lo que verdaderamente puede hacer inclinar la balanza a la hora de aceptar o declinar una inversión: el análisis de la empresa, los riesgos que tiene ante sí y los que le acechan, así como la visión del largo plazo. Tan sólo les mueve alcanzar una elevada rentabilidad, sin reparar en que hay burbujas que se desinflan a igual velocidad que se inflan por falta de argumentos que las respalden. Y es que creer que hay billetes dorados que nos vayan a hacer millonarios es caer en sesgos conductuales que nos harán tomar decisiones equivocadas. Uno de estos sesgos, como señala la CNMV en su guía de “Psicología económica para inversores”, es la predisposición al optimismo. Es decir, la tendencia que nos lleva a “sobreestimar la probabilidad de experimentar situaciones positivas y subestimar las posibilidades de experimentar situaciones negativas”. En otras palabras, el sesgo conductual que inclina la balanza hacia el optimismo en lugar del realismo.
Ahora bien, una cosa es que no existan pócimas mágicas y otra que no pueda aspirar a obtener un buen rendimiento. Eso sí, siempre por la vía de la diversificación en empresas baratas de distintos sectores y economías. Y si, por otro lado, puede servirse de algún truco como p. ej. comprar acciones nominativas para obtener un mayor dividendo, mejor que mejor. En cualquier caso, y volviendo al sorteo que se avecina, no seremos nosotros los que vayamos en contra de la tradición. Al fin y al cabo, no es lo mismo perder 20 euros en un décimo de lotería que el 80% de una inversión hecha sin más criterio que la intuición o el azar.