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Cuando la ley tropieza
hace 3 años - viernes, 20 de diciembre de 2019Y es que los más optimistas creían que al asesoramiento financiero hasta entonces copado por los bancos, gestoras de carteras o grandes agencias de valores, le saldrían multitud de competidores; pequeñas empresas que a menor coste comenzarían a prestar este servicio poniendo al alcance de los pequeños inversores los productos financieros más convenientes. Pero la realidad está siendo bien distinta. Las empresas de asesoramiento financiero (EAF) están cayendo en número: si a finales de 2017 eran 171 las que ofrecían sus servicios, en 2018 ya sólo eran 158 y hoy apenas alcanzan 143. Un descenso en toda regla que, según el Consejo General de Economistas, se explica por la inviabilidad de algunos proyectos en un entorno regulatorio muy exigente que ha llevado a algunas a desaparecer y, a otras, a reconvertirse para poder prestar más servicios.
Al margen de las causas que hayan llevado a su reducción, estos datos reflejan dos cuestiones: la primera es obvia, la reducción de la competencia en este sector y por ende del abanico de elección para el inversor; y la segunda, estrechamente relacionada con la anterior, es que el peso del asesoramiento financiero sigue recayendo en las entidades bancarias. Entidades que son las que además cortan el bacalao en España en todo lo que rodea a los fondos de inversión. Con ello vuelve a salir a la palestra la gestión delegada o discrecional de carteras, donde ya han ido a parar más de 76.000 millones de euros, y que tratamos ampliamente en nuestra última revista mensual de diciembre OIM nº 74. Allí ya expusimos que, tras este nombre pomposo, en lugar de una gestión personalizada y activa, orientada a ofrecer productos de difícil acceso para el inversor de a pie, se trata más bien de un traje a medida para el propio banco. Un servicio que para más inri no tiene nada de barato, pues además de unos costes fijos, suele ir acompañado de una comisión variable o de éxito, según los beneficios obtenidos; a la que no se olvide ¡deberá sumar el IVA! En definitiva, un servicio que castiga más que favorece el bolsillo de los pequeños inversores.
En conclusión, la normativa que parecía poner al pequeño inversor en el país de los unicornios ha sido la que le sacó de un hoyo para empujarle a otro hoyo diferente. Lo malo es que muchos inversores, dopados por los excepcionales resultados de 2019, tardarán unos años en darse cuenta de ello. Nosotros seguimos abogando por el asesoramiento independiente; aquel que de verdad se enfoca en la búsqueda de oportunidades y que confecciona, esta vez sí, un traje a medida para el inversor. Labor en la que ponemos nuestro grano de arena con nuestras propuestas de estrategias globales. Y bajo el prisma de la diversificación y sobre todo el prisma de que sea usted el mayor beneficiado.