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El accionista a segundo plano
hace 4 años - lunes, 9 de septiembre de 2019La Business Roundtable, que así se llama la asociación que reúne a cerca de 200 líderes de grandes empresas, se ha posicionado a favor de equilibrar los intereses de todas las partes afectadas por su labor: clientes, empleados, proveedores, sociedad en general y accionistas. Se desmarcan así de la máxima que establecía como objetivo principal de la empresa crear riqueza únicamente para el accionista, dejándolo así en un segundo plano.
Tras esta declaración, la duda nos asalta: ¿son realmente sinceros con este nuevo enfoque? En nuestra opinión más bien parece una maniobra de distracción o un lavado de imagen a la clase financiera; imagen que se deterioró con la crisis. Y nos preguntamos, ¿acaso este dejar al accionista ahora en segundo plano es muy distinto de lo que ya venía ocurriendo? Y es que uno de los elementos drenantes de la riqueza de las empresas – y que queda oculto en la enumeración anterior – sigue siendo sus Consejos de Administración; los salarios estratosféricos de sus consejeros consumen una buena porción de los beneficios, relegando ya al pequeño accionista a ese segundo plano. Cuando el salario medio de estos ejecutivos no debería rebasar en más de 20 veces el salario medio del conjunto de sus trabajadores.
En cualquier caso, sean cuáles sean las razones que ha llevado a estos mandamases a dar este giro poco importa. Porque la cuestión que no podemos perder de vista es que las empresas son las piedras angulares de cualquier economía. Por tanto, en la base al mismo tiempo que salvaguardar el interés de todos los actores implicados, debe subyacer el interés por favorecer el mejor desarrollo de nuestras economías de mercado. Una finalidad que debería revertir en beneficio de todos. De ahí, la importancia que tiene la forma en que operan las empresas. Una operativa que se rige por un marco legal, no hay que olvidarlo, donde los Estados tienen el papel de árbitros. Claro, que no es posible contentar a todo el mundo, por lo que es normal que dentro de este engranaje a veces se produzcan conflictos de intereses. Por ejemplo, bajar los precios de los productos para complacer a los clientes podría derivar en pérdidas para la empresa.
Del mismo modo, lo normal es que una empresa que engañe acabe arruinándose; por tanto, está dentro de su orden natural el cuidar a sus trabajadores, así como al resto de agentes implicados y por ende a la sociedad en su conjunto. Lo cual no entra en contradicción con el deber de la compañía de salvaguardar el patrimonio de sus accionistas y rentabilizar sus inversiones. Deber que tendría que primar, sin dejar de lado su responsabilidad en temas sociales o medioambientales, con una legislación cada vez más rígida. En definitiva, las empresas triunfadoras del mañana deberán empezar a adaptarse hoy a los nuevos retos para proporcionar beneficios a todas las partes implicadas.
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