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Las cosas por su nombre
hace 4 años - lunes, 6 de mayo de 2019Sin aguardar a la réplica Lincoln respondió a su propio interrogante de esta forma tan simple y directa: “cuatro, porque llamar pata a una cola no la convierte en una”. Una respuesta que, a Warren Buffet, el octogenario Oráculo de Omaha y presidente de Berkshire Hathaway, el holding de empresas más famoso del mundo, le llevó a concluir que en el Wall Street de hoy Lincoln sería un incomprendido.
Un ejemplo de tratar de dar gato por liebre es el conocido EBITDA, el indicador que expresa el beneficio bruto de explotación sin tener en cuenta los gastos financieros o fiscales. Según el Oráculo de Omaha, la definición que los ejecutivos en general y banqueros de Wall Street hacen del beneficio suele incluir lo que llaman el “EBITDA ajustado”, un concepto que excluye ciertos costes muy reales. Esta forma de presentar el beneficio poco tiene que ver con la que permite conocer el resultado real de la empresa y debiera utilizarse para evaluar cualquier negocio. Y es que cuando Warren Buffet hace alusión a lo que sus negocios dentro del holding Berkshire Hathaway han ganado en un año – entre otras inversiones, el valor de sus participaciones en compañías cotizadas como Apple o Bank of America, alcanza los 173 mil millones de dólares – se refiere expresamente a lo que queda después de todos los impuestos sobre beneficios, pagos de intereses, gastos de reestructuración, amortizaciones y gastos generales.
A Warren Buffet utilizar liebre en lugar de gato no le ha ido mal: en los últimos 54 años de historia su holding ha obtenido un rendimiento anual medio del 20,5%, lo cual hace que muchos se planteen seguir los pasos del gurú inversor, como si la gallina de los huevos de oro se tratara. Otro ejemplo de gasto en el que hay disparidad de opiniones es la compensación basada en acciones, que los equipos gestores, a veces, no contabilizan como tal. Warren Buffet se pregunta con razón y cierta ironía: “¿Qué otra cosa podría ser? ¿Un regalo de los accionistas?”.
Dejando a un lado, un análisis en más profundidad de este holding, debemos decir que a nosotros al igual que al gurú de Omaha nos gusta llamar a las cosas por su nombre. Por ejemplo, un scrip dividend nunca será un dividendo. No maquillar o inflar los conceptos es una práctica sana para todo el sector financiero y en especial para el inversor en particular; pues le aportará claridad a la hora de tomar decisiones respecto a su patrimonio en cada momento y le ahorrará el tener que interpretar qué le están queriendo decir realmente.