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La fiesta del dinero barato
hace 3 años - lunes, 29 de abril de 2019Así lo confirmó el pasado 10 de abril el Banco Central Europeo al dejar los tipos oficiales de la eurozona en el 0%, al menos hasta finales de año. Y es que los últimos datos de la actividad industrial no invitan al optimismo, con lo que la posibilidad de abrir el grifo de la liquidez podría volver a estar sobre la mesa. Pero no sólo en la zona euro, en Japón sus autoridades mantienen los tipos a corto al -0,1%. Mientras en Estados Unidos el ajuste monetario parece haber llegado a su fin. Así las cosas, no sólo los tipos a corto permanecen en mínimos históricos, sino que los bonos y obligaciones con rendimientos negativos han llegado a superar los 10 billones de dólares a nivel global.
En esta fiesta del dinero barato no son pocas las empresas que están sacando partido y aprovechando para sanear sus cuentas: mediante préstamos en mejores condiciones o fórmulas de financiación más atractivas, que les ayudan a reducir su deuda. Es el caso de muchas empresas españolas han acudido a mercados de renta fija como el irlandés o el alemán para emitir bonos con intereses más bajos. Pero como casi todo en la vida, la complacencia de los bancos centrales también tiene su cara y su cruz. Y no lo decimos precisamente porque los bancos se hayan visto obligados a recortar sus comisiones y reducir sus márgenes, no. Sino, por el elevado endeudamiento de algunas compañías, que sostenidas artificialmente por ese dinero barato – lo que deviene en una suerte de resultados maquillados – siguen sin mejorar su eficiencia y se aprovechan de las que obtienen un mejor desempeño. O aquellas innovadoras que han tenido éxito pero que han acabado en manos de otras más grandes gracias a este dinero barato. Esto desemboca en una reducción de la productividad y afecta al crecimiento económico: algunos estudios hablan de hasta un 0,6% por año para todos los países desarrollados, donde la proporción de estas empresas ha subido al 10% frente al 2% de 1990. De otro lado están aquellas empresas con estructuras sólidas y recursos suficientes que han sabido generar liquidez y que aprovechando esta coyuntura afrontan gastos financieros más estables.
En este contexto de bajos tipos de interés tenemos bien presentes a los inversores, en especial a los más reticentes al riesgo que se han visto abocados a obtener rendimientos más bajos; además en un contexto en el que la tasa del ahorro de los hogares españoles no para de caer (fue del 4,9% en 2018, la segunda más baja de la eurozona). Un aspecto en el que los bancos centrales deberían reparar más, en lugar de poner el acento sobre el problema que supone para la banca el parón crediticio. Mientras tanto, continuaremos con la fiesta del dinero gratis que a muchos inversores y pequeños ahorradores les sale caro.