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Con la bola de cristal, mejor no
hace 4 años - lunes, 17 de diciembre de 2018El campo para el análisis es muy amplio al igual que lo es también el margen de error. No es que les haya dado por sacar la bola de cristal de repente, no; basan sus predicciones en el análisis de los hechos pasados. Así ocurre con los análisis sobre la curva invertida de tipos en Estados Unidos, cuyo comportamiento específico, según algunos analistas es el anuncio claro de una próxima recesión; o con las hipotéticas subidas que suelen producirse en la bolsa todos los meses de diciembre y que ha dado lugar al término “Rally de Navidad”.
Pero resulta que nuestro cerebro tiende a creer que al haber entendido lo sucedido puede elaborar conjeturas sobre el futuro, obviando que es más fácil explicar el pasado que acertar con lo que vendrá. Así lo manifiesta el Premio Nobel de Economía, Daniel Kaheman, en su libro Pensar rápido, pensar despacio. En él describe las dos formas en que nuestra mente crea el pensamiento – una rápida, automática, que genera intuiciones, y otra lenta, que toma las decisiones finales, tras observar las intuiciones – y afirma que los expertos no pueden predecir el futuro. Un experimento corroboró esta idea: se pidió a 284 expertos en distintos campos que evaluaran la probabilidad de que diferentes acontecimientos económicos y políticos ocurrieran a corto y mediano plazo. El resultado fue que incluso en los temas en los que estos profesionales eran especialistas sus predicciones, no sólo tuvieron un escaso porcentaje de acierto, sino que no fueron mejores que las de las personas no expertas.
Paradójicamente, como observadores de esos pronósticos rara vez creemos que se equivoquen. Al ser elaborados por consultores que saben de lo que hablan tendemos a darles credibilidad y más cuando existe un consenso en las predicciones. A ello se añade que tendemos a otorgarles más valor a sus conclusiones que a las propias que hayamos podido llegar nosotros, olvidando que pueden tener tanta o igual validez que las suyas. Es por ello, que nos vemos expuestos a un doble peligro: creer que estos pronósticos se corresponderán con la realidad y lo más grave, tomar decisiones de inversión basadas en ellos. Desde OCU inversiones consideramos que no es prudente hacer elecciones sobre sus inversiones en el corto plazo partiendo de estos pronósticos, por mucho que vayan avalados por expertos. Eso no sería invertir, sino más bien especular con su dinero. Analizar una inversión pasa por hacer una adecuada valoración del mercado (si se encuentra barato, correcto o caro), así como sopesar su riesgo y en función de ello, decidir el peso que tendrá dicha inversión en una cartera diversificada a largo plazo.
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