No han sido pocos los financieros, y sobre todo los departamentos de marketing de las entidades financieras, que han anunciado su éxito a la hora de hallar la solución a tal problema. Pero digámoslo claramente, han sido meras fanfarronadas. Como muestra de ello podemos citar algunos ejemplos – de los menos sangrantes- como los fondos garantizados de rendimiento variable, desaconsejados por nosotros en numerosas ocasiones, o el último intento con los fondos de retorno absoluto que, jactándose de obtener rendimientos positivos en cualquier entorno de mercado, han captado más de 5.000 millones de euros de patrimonio (vea nuestro artículo Fondos de retorno absoluto).
Y es que obtener un rendimiento, a futuro, mayor al de las inversiones sin riesgo, que hoy podríamos identificar con las obligaciones del Tesoro a 10 años (al 1,6%), sí es posible. Pero sólo si está dispuesto asumir riesgo. O mejor dicho, a experimentar altibajos sin desfallecer en la estrategia. Y es que el verdadero riesgo es invertir sin ton ni son dejándose llevar por el rebaño, o confiar en gestores cuyo objetivo es no presentar pérdidas en el corto plazo. Eso sí, para conseguirlo debe plantearse una estrategia global como la de nuestra cartera para un perfil equilibrado y depositar su confianza sólo en aquellos equipos gestores que, como el de OCU inversiones, hayan demostrado en el largo plazo que los tropiezos sirven para tomar nuevo impulso (+6,7% anual medio en los últimos 10 años).
Y si le pica la curiosidad en cuanto al problema clásico griego, no sólo es que nuestra RAE vincule cuadratura con imposibilidad de resolución, sino que a finales del siglo XIX pudo demostrarse que la cuadratura del círculo era realmente un problema irresoluble por ser el número Pi trascendente, pero eso es ya otra historia.