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El rodillo de la mayoría
hace 5 años - viernes, 13 de abril de 2018Hablamos de las Juntas Generales de Accionistas que se celebran cada año por estas fechas para que los consejeros den la cara ante sus accionistas (vea nuestro artículo Juntas Generales de Accionistas: ¿merece la pena participar en ellas?). En teoría, se presenta al free float (el capital flotante ajeno al núcleo duro de accionistas que arropa al Consejo) como un elemento decisorio dando la falsa impresión de que detrás de las decisiones de las compañías hay un mandato democrático. Pero nada más lejos de la realidad. Lamentablemente, en la práctica toda esta parafernalia de las Juntas no suele ser más que un teatrillo montado por el Consejo de Administración para conseguir lo que se propone y en el que los pequeños accionistas son meros títeres. Solo necesarios para legitimar y dar validez a una función que acaba cumpliendo estrictamente el guion previsto por el Consejo.
Juntas, un teatrillo para el Consejo
No tenemos constancia de que los accionistas minoritarios hayan conseguido algo destacable en las Juntas Generales de las compañías españolas en los últimos años. Algo normal, por otra parte, pues basta hurgar un poco en los entresijos del sistema para comprobar cómo de perverso es su engranaje. No se fomenta la participación de los accionistas en las Juntas, salvo por los cauces obligados por ley, lo que juega a favor de un Consejo que tiene más cerca las mayorías. Ídem con el mecanismo de delegación de voto: muchos accionistas que hacen uso de él, para optar por ejemplo a regalos y primas por asistencia, entregan sin saberlo un cheque en blanco al Consejo. Además, tampoco las sociedades de valores donde los accionistas tienen depositados sus acciones suelen facilitarle la labor. Y todo, sin olvidar la excesiva documentación exigida antes de una Junta. Todo en contra.
Caso distinto es el papel de los fondos de inversión, con más protagonismo que el de los pequeños accionistas a la hora de salvaguardar el interés de sus partícipes. De hecho, al otro lado del charco conocemos casos de Consejos que han tenido que plegarse a sus peticiones, aunque por ahora son más bien casos aislados. Por nuestra parte, seguiremos exigiendo un sistema legal donde el respeto al pequeño accionista sea “real”. Es decir, que por ley se restrinja la libertad del Consejo, se prohíban las ampliaciones de capital sin derecho de suscripción preferente o se limiten los sueldos en las cotizadas a 20 veces el salario medio de los trabajadores. Hasta entonces no le quedará más remedio que “votar con los pies”, es decir, huir de aquellas compañías que le maltraten como accionista. Y sin descartar acudir a los Tribunales cuando hayan menoscabado sus derechos, tal y como en su nombre hicimos nosotros en su día con Iberdrola con un resultado más que satisfactorio. Iniciativa a la que también se sumó Metagestión y de la que se beneficiaron los partícipes de sus fondos.