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Negociación oculta
hace 5 años - lunes, 16 de abril de 2018¿Compraría usted una acción de una compañía que sale a Bolsa a un precio de, por ejemplo, 43 euros si supiera que el accionista de referencia acaba de vender todas sus acciones a un precio de 6 euros cada una? Nosotros se lo desaconsejaríamos. Parece imposible que algo así pueda ocurrir en la vida real, y sin embargo ocurrió en el año 2000, en plena fiebre de las compañías .com. La compañía en cuestión era World Online (WOL), el proveedor líder de acceso a internet en aquél entonces en Holanda. Lógicamente la cotización de WOL se desplomó al conocerse que la fundadora había vendió sus acciones a un fondo de capital riesgo a esos 6 euros por acción unos días antes. Los pequeños inversores, como siempre, salieron escaldados, dado que no se pudo demostrar que ocurriera nada ilegal en todo el proceso.
Esta historia ilustra uno de los grandes peligros asociados a los dark pools. -¿Dark qué? Muchos se estarán preguntando. Se trata de mercados paralelos a los tradicionales, opacos (de ahí lo de dark) y ajenos a la regulación tradicional. En ellos las transacciones son anónimas, y la poca información que se ofrece es cuidadosamente seleccionada. Son mercados cerrados donde los inversores institucionales desvían en beneficio propio parte del tráfico que debería ser transparente. Los grandes inversores los usan para evitar influir en las cotizaciones a través de la publicación de órdenes elevadas en uno u otro sentido, evitando que p.ej. los sistemas de trading de alta frecuencia erosionen la rentabilidad de sus operaciones. Estos mercados surgieron en los EE.UU. en 1980 y son desconocidos para el gran público, a pesar de su imparable progresión reciente: el volumen negociado en ellos pasó del 3% del total en 2007 a superar al del NYSE sólo seis años después. Entre los más nombrados se encuentran CrossFinder, LeveL o Citi Match.
En principio nadie debería por qué tener reparo a que dos entidades privadas lleguen al acuerdo que crean más conveniente en el lugar que elijan para ello. ¿Por qué entonces los reguladores quieren controlarlos? En primer lugar porque la falta de transparencia facilita que se lleven a cabo operaciones ilícitas en ellos: hace dos años p.ej. Credit Suisse y Barclays aceptaron pagar la friolera de 154 millones de euros al supervisor estadounidense sólo para zanjar las investigaciones abiertas por la Fiscalía General de Nueva York sobre su negociación en mercados opacos. En segundo lugar, porque el hecho de que la información trascienda sólo para algunos y no para todos podría resultar una amenaza para el libre mercado: quien lograra acceso a una mejor o más rápida información lograría una posición de ventaja sobre el resto. Esta información podría ser además vendida al mejor postor que nunca será, claro está, el pequeño inversor. Por su propio bien, es deseable que los organismos de control, como la CNMV en España, consigan iluminar estos mercados. Mientras tanto, por si acaso, sea precavido: busque el valor, es decir, acciones de calidad a buen precio.
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